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Antonio Balibrea

Diez años de guerra civil

Joe Biden, presidente de EEUU.

“Putin había criticado públicamente la resolución de Naciones Unidas- y de manera implícita, a su primer ministro, Medvedev- por dar cobertura a un amplio mandato para la acción militar en Libia”, en 2011. Eso escribe Obama refiriéndose a la intervención militar internacional - estableciendo una zona de exclusión aérea- para contener el ataque de Gadafi sobre Bengasi. “Era un indicio de que Putín planeaba volver a tomar las riendas de Rusia”, y desplazar a su pupilo. El pasado 16 de abril el Consejo de Seguridad, aprobó la resolución (S/RES/2571) respaldando el plan de paz que ha aprobado el Foro de Diálogo Político Libio (FDPL) en las negociaciones habidas a finales del año pasado en Túnez. En la Conferencia de Berlín celebrada en enero del año pasado se iniciaba, con las gestiones de la ONU, el proceso político en Túnez, el militar “5+5” en la ciudad de Sirte, y el económico. Ahora la resolución del Consejo se aprobó por unanimidad, sin vetos.

Desde la rebelión contra Gadafi, Libia ha estado dividida prácticamente en tres zonas: a) el Oeste (Tripolitania), con capital en Trípoli, donde tienen su sede las instituciones internacionalmente reconocidas -el Consejo Presidencial y el Gobierno de Unidad Nacional, sucesor del anterior Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN)-, con el primer ministro Dbeiba, que cuenta con el apoyo de varias milicias y ha sido respaldado militarmente por Turquía parando la ofensiva del Ejército Nacional Libio (ENL); b) el Este, donde el general Hafter se mantiene como hombre fuerte, al mando del anti islamista (ENL), con el apoyo en Tobruk de una parte de la Cámara de Representantes, tiene el respaldo de Rusia, Francia, Italia, Egipto, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, y Arabia Saudí; c) el Sur (Fezan), controlado principalmente por tribus tuareg.

La guerra civil se arrastra desde hace una década ha sido, además, fundamental en el incremento sustancial de la migración irregular; transformando Libia en un país de tránsito de subsaharianos hacia Europa. La Unión Europea intentó frenarla con la operación Sophia en el mar, y actualmente con labores aéreas de vigilancia, de asegurar las fronteras libias. La inmigración en el Mediterráneo oriental llegó a alcanzar los 181.000 irregulares en 2016. Hoy el problema son los desplazamientos internos, más de 136.000, el año pasado, según la ONU, por motivos de la guerra.

En agosto del 2020 tanto el gobierno de Trípoli como la Cámara de Representantes en Tobruk, declararon el cese de hostilidades y proclamaron una zona desmilitarizada en torno a Sirte en el centro del país. En Sirte, se reúne el comité militar conjunto “5+5” que sigue el mecanismo de vigilancia del alto el fuego (MVAFL). Como continuación de la Conferencia de Berlín se reunió en Túnez el Foro de Diálogo Político Libio (FDPL) que aprobó una “hoja de ruta”, acordando la convocatoria de elecciones nacionales el 24 de diciembre de 2021, y las bases para la selección de una autoridad ejecutiva unificada, compuesta por un Consejo Presidencial y un Gobierno de Unidad Nacional. Ambos con carácter interino hasta la celebración de las elecciones. El pasado 5 de febrero se eligió el presidente del nuevo Consejo Presidencial, Mohamed Younis al Memphis y el primer ministro del Gobierno de Unidad Nacional, Abdul Hamid Dbeiba. El nuevo gobierno ha sido reconocido y votado por la Cámara de Representantes de Tobruk y cuenta también con el respaldo del gobierno de Trípoli que era, hasta ahora, el único que contaba con reconocimiento internacional. La resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la semana pasada “acoge con beneplácito la formación de ambos y les exhorta a gestionar la hoja de ruta pactada”; a que mantenga y anime “un proceso de reconciliación nacional inclusivo y amplio”. Recuerda su intención de asegurar que los activos congelados, se pondrán más adelante a disposición del pueblo libio para su beneficio, exige la retirada de las fuerzas y los mercenarios extranjeros, y el respeto al embargo de armas. En todos los aspectos en marcha reclama el apoyo a la UNSMIL (Misión de las Naciones Unidas de apoyo a Libia) en el despliegue de observadores del alto el fuego.

Biden con sus 78 años ha empezado en el ámbito interior por sus planes sociales, de vacunación e infraestructuras. En el plano internacional, ha impulsado la Conferencia del Cambio Climático estos días. Ni el repliegue de Putin en Ucrania, ni la retirada de Pakistán, ni el encauzamiento de Libia le son ajenos. Los EE.UU. han vuelto, y se nota.

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