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Pedro de Silva

El político de moda

Gabriel Rufián

La razón de que un día el independentista más odiado por el españolismo de bien fuera Gabriel Rufián es que parecía más español que nadie, madrileño en concreto, de Vallecas por más señas. Aunque no lo fuera, su tufillo de clase y su desparpajo de barrio dejado de la mano de lo correcto políticamente eran inconfundibles. Con el tiempo ese aspecto de rebelde. pero muy de casa lo ha ido haciendo fiable para una minoría perspicaz e influyente de la derecha española. Hay en él como un anclaje en la clase obrera de toda la vida que hace pensar a sus enemigos de la burguesía que no se irá muy lejos, y aunque por el finde les robe la cartera el lunes volverá a fichar en la empresa España. Les tranquiliza también que nadie pueda mejorar hoy por hoy sus puyas a Sánchez, aunque sean de compañero de mesa. La penúltima (“Sánchez, más que un político, es un guionista de Netflix”) es gloriosa.

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