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Marc Llorente

TEATRO CRÍTICA

Marc Llorente

Relevante compañía

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Muelle 12, un espacio al aire libre para la cultura en Alicante PILAR CORTÉS

El 5º Festival Internacional de Teatro Clásico de Alicante ha vuelto con piezas como la que hemos visto en el auditorio del Muelle12. Una de las tragicomedias, Peribáñez y el comendador de Ocaña (1614), del prolífico autor del Siglo de Oro, presenta uno de esos abusos de poder y el exaltado sentimiento del honor que conduce al crimen. Un Lope de Vega, según la estilizada versión de Yolanda Pallín, que se ubica en sus obras de historia y leyendas españolas. Un triángulo compuesto por la pareja recién casada de campesinos y el caballero a quien deslumbra la belleza de la joven esposa. Rafael Ortiz, Isabel Rodes y Alberto Gómez Taboada, respectivamente. Tres miembros de la relevante Noviembre Compañía de Teatro. El enfrentamiento es obvio. Los elementos populares se trazan con cierto dinamismo, que importa más que la hondura psicológica de los caracteres. Enredos e intrigas mantienen el pulso hasta la conclusión. La musicalidad y la soltura de los versos requieren actores con buen dominio de la dicción versificada, y aquí tenemos un reparto a la altura de todas estas circunstancias. José Ramón Iglesias (ejerciendo de típico criado astuto), Elena Rayos, Francisco Rojas, Antón Jesús Calvo, Manuel Pico y Daniel Santos, bajo la veterana dirección de Eduardo Vasco, responsable de la música y las canciones. La fidelidad a Lope no excluye la lógica contemporaneidad o intemporalidad que necesita el redescubrimiento de los clásicos. El montaje nos muestra su teatralidad y una influyente construcción escénica. Es limpio, sobrio, con vestuario de época y está muy bien resuelto. El lacayo pide al señor que halague a Peribáñez con obsequios para dispersar su atención y poder estar más cerca de la joven campesina. No falta el recurso de hacerse pasar por otro para confundir e intentar obtener lo que pretende. Ella es fiel a su marido. Él, celoso, mata al comendador. Y se supone que el rey otorga clemencia. Desde la ética de hoy no se puede justificar un homicidio, salvo en estricta defensa propia o de otras personas.

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