Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Vicente Magro Servet

Solidaridad ante problemas de accesibilidad

Solidaridad ante problemas de accesibilidad

Una de las materias más importantes que, hoy en día, es preciso que la sociedad y las Administraciones públicas tutelen y protejan es el relativo a las condiciones necesarias para que la solución rápida y eficaz ante los problemas de accesibilidad de algunos ciudadanos sea una filosofía propia que debe implementarse en todos los órdenes de nuestra vida.

No olvidemos que existe un importante volumen de ciudadanos que tiene problemas de movilidad y a los que se le hace cuesta arriba llevar a efecto desplazamientos tanto por nuestras ciudades como por sus comunidades de propietarios. Y ello, debido a limitaciones en su movilidad que convierten en un infierno personal cada vez que tienen que realizar un desplazamiento, tanto por necesidad como por querer moverse fuera de su hogar a otro lugar.

En este escenario es preciso recordar que las cosas no se ven igual desde el prisma de aquellas personas que no tienen ningún problema de movilidad, que desde el de aquellos que lo sufren. Pero ello no permite que al no percibir estas dificultades y un problema que es de por vida en muchos casos nos haga ser insolidarios ante las necesidades de los demás por la circunstancia de que nosotros mismos no padezcamos un problema que limita la movilidad y que requiere soluciones de accesibilidad.

De esta manera, tanto las Administraciones públicas como los ciudadanos deben concienciarse de que existe un mundo distinto para algunas personas para las que moverse es un esfuerzo diario y un infierno si las condiciones en la calle y en sus comunidades de propietarios no van acompañadas de medidas que les hagan ese escenario personal más asequible y con menos dificultades para moverse.

Es cierto que todo aquello que exija las modificaciones oportunas para la accesibilidad en las calles y ciudades es competencia de las Administraciones públicas, pero no hay que olvidar que también es preciso que en nuestras comunidades de propietarios se remuevan los obstáculos que existen para que la accesibilidad sea también una regla general a observar en aquellos edificios en donde vivimos, y que los comuneros de esos edificios sean responsables y lo suficientemente solidarios como para darse cuenta de que estos problemas podrían en el futuro pasarle a ellos, o a sus propios familiares con lo cual percibirían de otra manera el problema ajeno que es cuando lo sufren también ellos. Por ello, la problemática ante la accesibilidad debe contemplarse desde un punto de vista de respeto a los demás y de ponernos en su pellejo y, aunque sea egoístamente, de pensar que en algún día podría pasarle a cualquier persona.

En lo que se refiere a la accesibilidad en los edificios, aunque se trate de zona privada de los comuneros, es cierto que deberían extremarse las condiciones para flexibilizar la concesión de subvenciones y ayudas públicas para aquellos edificios que necesiten adaptarse a los problemas de movilidad de muchos comuneros, ya que aunque se trate de zonas comunes solo de estos es cierto que se trata de un problema social, y que, por ello, la Administración pública debe ayudar a resolverlo en un porcentaje de subvención que esté por encima del 75 %, dado que la supresión de barreras arquitectónicas y de problemas de accesibilidad es un problema de todos y no solamente de quienes lo padecen, o de aquellos comuneros que viven en comunidades con estos problemas de accesibilidad.

Al fin y al cabo, la solidaridad de los ciudadanos y la exigencia legal de las Administraciones públicas de ayudar a que se resuelvan y remuevan estas dificultades de movilidad son las que deben tenerse en cuenta para que los acuerdos que se adopten en las comunidades de propietarios sean absolutamente respetuosos con la consideración de aquellos vecinos que sufren cada día para moverse, y que solamente con la ayuda de la Administración pública con las subvenciones y con el reconocimiento y respeto de los demás ciudadanos en colaborar económicamente en ese porcentaje restante de lo que aportan las Administraciones públicas permitan que la vida para aquellos que sufren problemas de movilidad sea menos dañina para ellos. Es preciso recordar que no hay que olvidar que aquellos que ahora no quieren colaborar y ser solidarios deberían llevarlo a efecto, aunque solo sea pensando que el día de mañana les puede pasar ellos, o a alguien de su entorno familiar más cercano. Reflexionando así, quizás dejarían de ser tan insolidarias muchas personas que se niegan a colaborar en este tema que para quien lo padece convierte las 24 horas de su día en una alta montaña que deberá escalar durante todos los días de su vida.

Solo hay que fijarse en la calle y ver a muchos ancianos y ancianas, y no tan mayores, las dificultades con las que se mueven y la gran cantidad que necesitan ayudas de terceros para desplazarse.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats