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Antonio Sempere

Eurovisión: escalofríos

Chanel ensaya 'SloMo'. Yotele

Es el primer año que La 1 ha ofrecido las semifinales de Eurovisión. Cuestión de estrategia. Tampoco vamos a criticar una de las pocas apuestas a las que ha jugado fuerte la nueva Corporación. El Benidorm Fest ha venido para quedarse, y tras la polémica inicial, el «Chanelazo» ha dado mucho que hablar.

No hay que preocuparse si las audiencias de las semifinales son modestas. Al menos duplicarán las cifras de cuando se daban en el segundo canal. En cualquier caso, la culpa la tiene el horario. España es diferente, y Eurovisión da inicio demasiado temprano para un país como el nuestro. ¿Qué es eso de comenzar a las nueve y acabar a las once, que es cuando comienza nuestro prime time televisivo? Por otra parte, las cifras de vértigo y los minutos de oro llegan durante las votaciones, y esas serán en la final.

Tampoco conviene olvidar un dato. En 1984, cuando José María Calviño dirigía TVE, además de que no se emitían las semifinales, envió Eurovisión al UHF. Como lo leen. Algunos quizás lo recuerden. El Festival se emitía al mismo tiempo que en La Primera salía en antena el Telediario e Informe semanal, y así continuó unos años. Pero ahora, quién lo iba a decir, ha vuelto renovado y convertido en evento.

Con todos los respetos para Ucrania y para nuestra Chanel, continúo pensando lo mismo que cuando tuve ocasión de escuchar todas las canciones. La mejor es la italiana Brividi, defendida por Mahmood y Blanco. Se podría traducir por Escalofríos, pero cada lengua aporta matices intraducibles. Desde que hace cinco años Salvador Sobral cantó Amar pelos dois no habíamos escuchado un tema tan precioso. La canción ganadora en San Remo puso el listón muy alto.

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