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Lorena Gil López

Sonrisas y silencios cobardes

Mañueco y Gallardo. Raúl García

Que un miembro de Vox, vicepresidente de gobierno de una comunidad autónoma para más señas, desprecie sin sonrojarse a una diputada entra dentro de la mezquindad propia de un partido que denigra, ataca o se burla de los extranjeros, el colectivo LGTBI+ y las mujeres. 

Lo que me resulta indignante es el silencio cómplice y cobarde del presidente de Castilla y León, el popular Mañueco, escuchando impertérrito, sentado a su lado, cómo el vicepresidente ultra se dirige a una procuradora, que tiene una discapacidad, con desprecio, altanería y soberbia:«Le voy a responder como si fuera una persona como todas las demás».

No contento con poner cara de póquer, Mañueco salió de las Cortes y, a las preguntas de los periodistas, se limitó a hacer un rey Juan Carlos, esto es, a sonreír como si no hubiera pasado nada.

Mañueco salió de las Cortes y se limitó a hacer un rey Juan Carlos, a sonreír como si no hubiera pasado nada

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Dos días tuvieron que pasar para que se le escuchara una opinión sobre su compañero de gobierno. Pero mejor habría sido que pasaran mil años si lo que tenía que decir era nada de nada, palabras vacuas para justificar lo que no tiene pase. Claro está que tiene un maestro y siguió el ejemplo de su jefe de filas, el templado Feijóo, al que se le da muy bien no meterse en arenas movedizas cuando no le conviene.

Es lo que tiene cuando te juntas con la ultraderecha, cuando metes en el gobierno a un partido que solo tiene por bandera el discurso del odio y la supremacía, al final lo acabas perdonando todo, te mimetizas con el paisaje.

Si ya lo dice el refranero español: dos que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición. 

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