Lo juro, en cuanto oí la increíble noticia dada por los medios, de que el PP retiraba el recurso de casación del Caso Bárcenas donde solicitaba la absolución de su extesorero Luis Bárcenas, porque no se entiende políticamente, y naturalmente, pedían esa absolución para a su vez absolver al PP. Al parecer la actual dirección del PP acababa de enterarse de ese recurso a Bárcenas. El PP consideraba que pedir la absolución era lo más lógico, pues había de primar la lógica política, dado que se creían inocentes. De modo que, el PP decidiría retirar esta demanda, con todos los perjuicios que eso supone. Toda esta comedia protagonizada estelarmente por González Pons al intentar explicar esta presentación para luego retirarla una vez que fue de dominio público, es grotesca, casi cómica.
Que la alegría del PP nos lleva a rememorar aquellos tiempos en que Dolores de Cospedal, con ademanes de comedia chusca irrumpiera en los medios tratando de explicar el cobro no cobro, ese finiquito de cobro en diferido a Luis Bárcenas, recuerda mucho a esta denuncia, no denuncia. Pero pese a estos tintes cómicos, la corrupción no es nada divertida. Todo en el PP se expresa o representa con expresiones vacías en sus gestos. Parece que en ocasiones nunca se cansan de cruzar por la oscuridad. Creerán que lo que les afrenta mediáticamente, no se circunscribe más que a residuos del tiempo. Pero en el aire resuenan sus palabras en el tiempo, como si al PP, el honor en estos casos de corrupción, les hubiera abandonado. Me parece que toda sonrisa en estos casos es cuanto menos irónica, amén de una tarea miserable, donde pese a todo, fluye la magia de su inteligencia.