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Juan Carlos Padilla Estrada

LAS CRONICAS DE DON FLORENTINO

Juan Carlos Padilla Estrada

Apropiación del Estado

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa de cierre de la cumbre de la OTAN. Reuters

“La democracia, como la aristocracia, como todas las instituciones sociales, llama calumnias a las verdades que le dicen sus enemigos y justicia a las lisonjas de sus parciales.”

CONCEPCIÓN ARENAL 

Es un concepto de primero de política (subclase maquiavélica) el que, una vez llegado al poder, todo aquel que aspira a perpetuarse en él debe infiltrarse y apropiarse de las instituciones del Estado. Las hay más o menos importantes; algunas sirven para la propaganda y otras son fundamentales para el funcionamiento cotidiano de la comunidad. Pero todas ellas tienen en común su deseable independencia, alejadas del vaivén de la política, entendiendo esta como la sucesión de los partidos políticos en el poder.

Deberíamos considerar, además la necesidad de que existieran algunos aspectos alejados de ese vaivén, pactos entre las grandes fuerzas políticas que trascendieran los resultados electorales y garantizaran la permanencia de políticas estables a lo largo del tiempo. Hablo de estructura de Estado, política exterior y de defensa, sistemas educativos e incluso políticas lingüísticas. Pero lejos de esto los españoles asistimos estupefactos a ceremonias impropias de un país democrático.

El actual gobierno, presidido por el señor Sánchez, de quien lo último que se puede decir es que es un caballero fiable -perdón por llamarle caballero, seguro que sus compañeras de gabinete me están despellejando por machista y retrógrado- nos ha ido obsequiando con la lenta y progresiva apropiación de las instituciones del Estado. Esta semana hemos asistido a nuevos episodios que confirman esa tendencia. Por un lado, el propio gobierno va a enmendarse a sí mismo intentando modificar un cambio legislativo con respecto al poder judicial porque no les ha resultado como ellos esperaban. Las asociaciones de jueces están poniendo el grito en el cielo ante esta nueva reinjerencia de la injerencia.

Y el segundo episodio ha sido la forzada dimisión del presidente del Instituto Nacional de Estadística, en principio un organismo independiente, que se marcha más que forzado por la vicepresidenta económica del Gobierno y que va a ser sustituido por el Secretario de Estado de Seguridad Social. Hemos de recordar cómo se ha comportado este gobierno anteriormente. Lo primero que hizo fue poner al frente del Centro de Investigaciones Sociológicas al señor José Félix Tezanos, destacado y venerable militante socialista al que seguramente habrán de agradecerle una gestión acorde con las instrucciones dictadas desde Moncloa, aunque eso haya devenido en un absoluto desprestigio de la institución que preside. El episodio de las escuchas ilegales es otra de las muestras de cómo desde la Presidencia del Gobierno se desprecian las instituciones del Estado en beneficio propio: el Centro Nacional de Inteligencia fue puesto a los pies de los caballos, su responsable cesada y el reglamento del Congreso modificado para dar entrada en la comisión de secretos oficiales a los señores de izquierda republicana de Cataluña y Bildu, precisamente aquellos menos interesados en la seguridad del Estado, aquellos de quien el Estado ha de protegerse realmente. 

Podemos extraer un resumen apresurado y levemente simplista de todo esto: si queremos perpetuarnos en el poder hemos de apropiarnos de las instituciones del Estado, hacerlas nuestras y gestionarlas en nuestro beneficio. 

Quizá este no fuera el discurso de investidura del señor presidente del Gobierno, pero estaría dispuesto a asegurar que formaban parte de sus pensamientos mientras lucía esa sonrisa cautivadora con que nos obsequia generosamente a todos los españoles.

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