Lo de la familia real británica me tiene embebido. Pensé que tras la majestuosa despedida a Isabel II iba a pillar mono, pero qué va. Con la Casa de Windsor, imposible. Ha tomado más cuerpo el presunto hijo de Carlos y Camila que, pese a ser británico, su destino al poco de nacer quizá emite ya indicios de sospecha. Aterrizó en las Antípodas y allí permanece.

Su versión señala que la pareja hoy regente no se conoció en el 70 como apuntan las crónicas sino cinco antes, con 17 años él y 18 ella, tras el funeral de Winston Churchill y que vino al mundo en el 66. Un historiador ha confirmado que el día en que la criatura abrió los ojos y ofreció sus primeros llantos no existen registros de parto alguno en el hospital de marras. No me digan que la cosa no promete.

Dentro del hilo en el que nos hallamos, la actual reina consorte habría sido obligada a entregarlo a Winifred y a Ernest Bowlden, que trabajaban en la residencia real, convirtiéndose estos en los abuelos adoptivos con rumbo a Australia. Simon Charles Dorante Day llegó con ocho meses y, asentado a sus 56 como ingeniero, se ha revuelto a la vista de los acontecimientos con mayor fuerza después de que en el lecho de muerte la yaya le revelara su identidad. Acaba de contar que de crío fue sometido a tratamientos para borrar el parecido. Que sus ojos azules se tornaron marrones y que de adolescente le extrajeron dientes con el mismo fin. Y no se ha quedado ahí sino que, tras escribir en su día a la monarca fallecida, ha pedido otra vez el adeene del nuevo rey y advierte que presentará pruebas para que se reconozca su «derecho a la línea de sucesión».

¿Se imaginan que Guillermo y Kate se quedan sin trono? La quinta temporada de «The Crowm» se estrena en noviembre y Peter Morgan debe tener la sexta bien estructurada. Viendo cómo actúa la familia, al final resulta que el guionista es el que más cabeza tiene con diferencia.