Mi primera experiencia con Chat GPT

La pantalla de inicio de ChatGPT en un teléfono.

La pantalla de inicio de ChatGPT en un teléfono. / Shutterstock

Mi primer contacto con el Chat GPT-3 ha sido en el trabajo, donde he tenido que suprimir para el resto del curso la presentación de ejercicios que se hacían en casa y se presentaban en línea a través de una plataforma en los que se comparaba a dos o más pensadores entre sí, ya que tengo la sospecha de que en la última evaluación algunos estudiantes podrían haberlos generado mediante este sistema de inteligencia artificial. Otros hicieron el trabajo por sí mismos, que es la manera de aprender, y también los hubo que recurrieron a la técnica del corta y pega, que en principio es más fácil de detectar. De hecho, por razones parecidas hay lugares, como la ciudad de Nueva York, donde las autoridades han prohibido este programa en el ámbito escolar.

Sin embargo, a priori no creo que deba prohibirse el uso de esta tecnología, como no creo que se deba prohibir la calculadora, Internet, Google, Wikipedia, los tutoriales de Youtube o los MOOCs, pero a fecha de hoy no sé cómo utilizarla en el aula. Los principales problemas que veo son el plagio, el abandono de la realización de tareas que requieren esfuerzo, pero que son muy formativas intelectualmente, e incluso la amenaza a cierto tipo de trabajos basados en la búsqueda, el examen y la presentación de información.

Esta herramienta de la compañía Open AI, que por cierto acaba de sacar la versión GPT-4 y que para 2025 espera lanzar la GPT-5, supone un salto de varios órdenes de magnitud con respecto a otras tecnologías de la información como los buscadores de Internet, aunque por el momento presenta algunos fallos reseñables. A veces proporciona información manifiestamente errónea, como decir que tal película trata sobre determinado personaje (y cuando se le hace ver el error y se le solicita nueva información a veces vuelve a fallar). Tiene sesgos innegables: aparte de los que puedan tener que ver con la ideología, ofrece información muy orientada al mundo de habla inglesa. A veces no explica con tanta claridad una situación concreta como una noción general, aunque esencialmente sean la misma cosa, como por ejemplo es el caso de algunas variantes de la paradoja de Russell y la propia paradoja (un problema matemático clásico de teoría de conjuntos). Algo similar ocurre con el test de Turing (una prueba operativa ideada en 1950 para establecer si las máquinas piensan). Si se le pregunta al Chat GPT-3 si es capaz de pasar dicha prueba, tiende a responder que no. En cambio, si se le se pregunta si sería capaz de pasar una prueba “semejante”, reconoce que es posible. Conviene saber sobre qué se le pregunta porque a veces el ingenio desvaría y precisamente esa es una de las razones por las que no es el mejor instrumento para los principiantes. Además, el sistema se cae a veces, los hilos creados se cuelgan y desaparecen, y en su nueva versión se ha convertido en una aplicación de pago, ya que entre otras cosas consume muchos más recursos que los buscadores convencionales.

Por su parte, las ventajas también son muchas y no puedo sino sentirme asombrado. Además de realizar tareas específicas que la mayoría de nosotros no sabemos ni cómo empezar, como programar, también puede ser muy útil para tareas preliminares, como realizar esbozos, para contrastar nuestras ideas, formular esquemas para ver qué puede faltarnos, o preguntarle sobre algo con lo que estemos atascados. Los resultados pueden ser muy buenos, de esos que a veces se adquieren solo con años de formación y trabajo. También le permite al usuario adentrase en el tipo de cuestiones que le interesan y en cierto modo lo retrata. La programación, la historia, las matemáticas, el cine, o lo que sea. En este sentido me parece entrañable, para acabar, una de las ocurrencias que tuvo un importante político que hasta hace poco mandaba mucho en este país, que le pidió que escribiera un soneto sobre él y otro sobre Mariano Rajoy.