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Alicante hace esperar a sus cruceristas

Un crucero en Alicante, en una imagen de archivo

Un crucero en Alicante, en una imagen de archivo / Áxel Álvarez

Tomás Mayoral

Tomás Mayoral

La anécdota es cierta. Hace unos cuantos años, un matrimonio norteamericano de ancianos, enfundados en ropa deportiva de alegre colorido, se bajó de un crucero que acababa de atracar en una ciudad del Mediterráneo, que aspiraba por aquel entonces a consolidar su posición en este sector turístico tan especial. Eran las cuatro de la tarde y hacía un calor de justicia. La pareja recorrió de la mano las principales calles, vacías y sin un comercio abierto. Desanimados ante la falta de actividad, se dieron la vuelta para volver al barco. Un fotógrafo de prensa que estaba allí por azar pasó primero de largo, pero luego regresó sobre sus pasos porque había visto un segundo un par de caras muy familiares que no situaba en ese contexto. Hizo lo que hace un reportero gráfico: disparar primero y preguntar después. La imagen del ex presidente de EEUU George Bush y de su esposa Barbara, padres de George W. Bush, en ese momento él mismo presidente, dio la vuelta al mundo. Cuando les preguntaron sus impresiones de su estancia en la ciudad, respondieron, sinceros, “nos hemos aburrido un poco”. Cuando a los responsables municipales se les pasó el pánico inicial, por lo que parecía un daño irreparable al prestigio del lugar como destino de cruceros, tuvieron que admitir las enseñanzas de aquella visita imprevista: si querían ser alguien en ese sector algo tenía que cambiar. El turismo no se adapta, te adaptas tú. O si no te olvidas. Si el Ayuntamiento de Alicante piensa que puede mantener cerrada una oficina de turismo hasta las diez de la mañana el día que atraca un barco en la ciudad a primerísima hora con 2.000 cruceristas, algo está fallando. No lo digo yo, lo dicen asociaciones del comercio y la restauración que sí han hecho el esfuerzo de intentar adaptarse a esos flujos, razón de más para que quien lidera la ciudad dé ejemplo poniéndose en primera línea con un horario flexible en un servicio tan básico como la oficina de turismo. No hay que hacer nada especial: se sabe cuándo llegan los barcos y cuándo llegarán esos cruceristas que tienen poco tiempo, mucha prisa, gran poder adquisitivo y unas enormes ganas de que esa escala les deje algo especial para recordar. Ayudarles con amabilidad y simpatía a que Alicante quede en su memoria, darles la impresión de que se está allí por y para ellos cuando lo necesitan, no es servilismo, es servicio. La piedra angular del turismo.

Y una cosa más: 

La Conselleria de Movilidad ha procrastinado durante un año entero en la huelga indefinida del transporte metropolitano de Alicante.El miércoles pasado, la consellera Rebeca Torró y el comité de huelga se reunieron. Por primera vez en un año.

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