Las ideologías

Alberto Núñez Feijóo en ‘El hormiguero’ (A3 TV).

Alberto Núñez Feijóo en ‘El hormiguero’ (A3 TV).

Pedro Luis Sánchez Gil

Pedro Luis Sánchez Gil

Las ideologías tienen mucho de superficial desde que nacieron. Tal vez en un primer momento, cuando fueron la cara visible de importantes transformaciones sociales, parecieran mucho más de lo que en realidad son. De hecho algunas llegaron a convertirse en una especie de religión. Causaban fervor. Para cuando se les vio el plumero, eran muchos los que andaban acogotados en su campo de miras, sumisos en sus actos y en sus palabras. Ya no había nada que hacer.

A mi modo de ver, la única ideología que se mantiene con tal nombre y que reina en naciones tan importantes como China es la comunista. pero es porque no le han encontrado otro nombre que no ponga en riesgo la estructura fundamental del Estado.

La división entre derechas e izquierdas, que todavía funciona en los países democráticos, tiene unos contornos cada vez más difusos. Se ha querido identificar a la derecha con el capital y con la Iglesia, con los ricos en posesiones terrenales o en prebendas espirituales. Desde hace años se la ha pretendido también equiparar con el conservadurismo reaccionario y ultramontano. De ahí que el término escogido por la izquierda haya sido el de progreso. La derecha es conservadora, la izquierda es progresista. Esta jugada le ha dado a la izquierda numerosos réditos. El progreso siempre es bueno, nadie se plantea, aunque pueda haberlo, un progreso negativo. Por contra, eso de conservador conlleva siempre una interrogante ¿Qué es lo que hay que conservar? El antiguo político del PP, Manuel Fraga Iribarne, lo intentó resumir así: hay que conservar las fachadas de los buenos edificios y cambiar sus obsoletos cuartos de baño.

Digamos pues que en España se sigue clasificando al votante como de derechas o de izquierdas. También, aunque de forma harto provisoria, de centro, a la izquierda o a la derecha.

Cuando la clasificación anterior se ha tratado de utilizar en sentido peyorativo, el término derecha parece que llena más la boca. A la izquierda, para lograr el mismo efecto, hay que agregarle lo de extrema. Sin embargo, para la izquierda, la derecha lo lleva de fábrica. Así ha sido durante décadas hasta que la izquierda radical y populista llega al poder, primero de la mano de Zapatero y después de la de Podemos. Más tarde llega Vox.

El presidente Rodriguez Zapatero fue el que más abonó el terreno para que algunos sectores de la derecha se radicalizaran. Se sintieron agredidos por la revisión de una parte de nuestra historia que con mayor o menor razón llamaron “reescribir la historia”.

Respecto a lo expuesto en el párrafo anterior, nunca nadie lleva toda la razón, pero la cuestión es que una parte de los votantes de los dos partidos que dominaban y dominan la escena política, extremaron sus posiciones. Algunos dirán que ese efecto se produjo más en el partido popular, incluso que una parte importante de lo que hoy es Vox formaba ya parte del ala más radical del PP. Pero si bien es cierto que esa alegación puede tener una parte de razón, también lo es que una porción nada desdeñable de los votantes del PSOE, se pasaron al partido que encabezaba Pablo Iglesias. Mas no solo eso, un odio al PP se instaló en su militancia.

A Pedro Sánchez, una militancia radicalizada le vino de perlas para hacerse con la secretaría general de su partido. Lo que no es óbice para restarle otros méritos. Recuerdo su discurso tras ser elegido secretario general del PSOE. Fue una gran puesta en escena. Me dije, aquí hay un candidato fuerte. Por ello quedé sorprendido de su primer resultado electoral. Pero eso no fue culpa suya. Un viento favorable impulsaba a otros. Supo esperar un clima favorable, se puso el ideario político por montera y ahí está.

Estamos a menos de un mes de unas nuevas elecciones generales. ¿Sostendrá Pedro Sánchez los mandos del timón con algunos nacionalistas y Sumar, nunca mejor dicho? ¿O el proyecto con aspiraciones de gobierno liderado por Yolanda Díaz no sumará lo necesario? ¿Qué papel desempeñará un canijo Unidas Podemos tras su forzada unión a Sumar?

Lo anterior es ahora mismo es una incógnita. Si me atengo a las encuestas que vengo escuchando parece que el ganador de las elecciones será el PP. Alberto Núñez Feijóo es un candidato con una imagen positiva. Lo previsible es que tenga un gran resultado.