Tribuna

Zoilo, ¡qué joven eres!

Zoilo tiene en sus entrañas tatuado como a fuego el nombre de la mujer que le salvó la vida: «Sunsioneta». Ha comprendido como nadie el «si tots creeu…» del Misteri y se han cumplido en su familia esas palabras de Jesús ante la tumba de Lázaro: «¿No te he dicho que si tienes fe verás la gloria de Dios…?», y la vieron porque Zoilo vivió.

Una familia ligada al Misteri con una bonita historia.

Una familia ligada al Misteri con una bonita historia.

El 12 de agosto de 2022 referíamos en un artículo la memoria de una gracia acontecida a uno de los miembros de la familia del Misteri, Antonio el electricista, recogiendo como testigo vivo la multisecular tradición de la protección de la Virgen para con sus hijos en la Festa. Con el mismo objeto de hacer memoria viva de esta realidad reseñamos hoy la impresionante historia de Zoilo Martín de la Sierra Marchena, impidiendo que el paso del tiempo pueda fabular la extraordinaria gracia que el favor de nuestra patrona quiso dispensarle en su bondad.

Zoilo, al igual que su padre Zoilo y su hermano Dani, es cantor del Misteri. Entrenador y directivo del Club Balonmano Elche, que este año ha quedado subcampeón de la liga nacional femenina, tiene dos hijos: Zoilo y Cristina y una mujer encantadora, María José. Su hijo y su sobrino Pablo han sido escolanos. Pertenece a una familia ilicitana del barrio de El Salvador que regenta una tienda de muebles e interiorismo con taller de carpintería desde hace muchísimos años. Aunque tiene hoy 52 años, él afirma tener 16 pues el 15 de agosto de 2007 volvió a nacer. Tenía sólo 36 años cuando el 7 de agosto del 2007 la muerte llamó a su puerta. La Capella del Misteri quedó impactada esa misma noche al saber que había sufrido un accidente.

El 7 de agosto, viernes, sobre las siete de la tarde, Zoilo se dirigía a inspeccionar la carpintería de una obra en construcción del también compañero de Capella y amigo Álvaro Navarro. Acababan de hablar por teléfono. Zoilo salió del Hort del Purgatori, huerto familiar que alberga el taller de carpintería, hacia la carretera del León cuando en la curva fue sorprendido por un camión de paquetería que, intentando evitar una retroexcavadora, invadió el carril contrario y embistió de frente a la Suzuki Burgman de 125 cc que conducía Zoilo. El camión pasó por encima de su cuerpo quedando atrapado bajo las dos ruedas traseras de la derecha que aprisionaban su pecho en diagonal.

Los trabajadores de la empresa, alertados por el estruendo que produjo el impacto del accidente, acudieron de inmediato comprobando que Zoilo estaba aprisionado bajo el camión. Jesús Ángel Quiñones Marín, gerente de la empresa, quien afirma tener aún grabadas las imágenes en su memoria, fue el primero en acudir tras visionar la escena desde su despacho. La recuerda como «indescriptible e impactante». Ipso facto acudió a llamar a su jefe de taller para requerir la maquinaria necesaria para sacar a Zoilo de debajo del camión. Un gato hidráulico levantó el camión. Jesús Ángel, con la ayuda de los algunos presentes, arrastraron con sumo cuidado el cuerpo de Zoilo, lo voltearon y dejaron ladeado junto a las mismas ruedas que lo habían estado aprisionando. Estaban también presentes el chófer del camión de poda agrícola de Juan Luis Sabater y números testigos de Vulcanizados Ladi y de empresas circundantes. Jesús Ángel creía muerto a Zoilo como el resto de presentes que acudieron.

Llegó la policía, los bomberos y el Samu, que estuvo más de 90 minutos asistiendo in situ a Zoilo hasta que consiguieron estabilizarlo y trasladarlo al Hospital General de Alicante. Uno de los integrantes de la ambulancia, Carlos Mora, compañero de clase de Dani, hermano de Zoilo, quedó impresionado al oír los apellidos en la identificación del accidentado. Tanto Carlos como los bomberos por momentos creyeron que se trataba del propio Dani, compañero de Bomberos, ya que estaban acostumbrados a verle llegar al trabajo con la misma moto implicada en el accidente y no podían visionar el rostro al estar cubierto por el casco.

Zoilo ingresó en la UCI. Las primeras 48 horas eran cruciales. No experimentó mejoría. El 11 de agosto, primer ensayo general del Misteri, Fernando Brotons, sacerdote que encarna el Sant Pere, tuvo noticia del accidente. En el momento en el que la María es sustituida por la imagen de la Virgen y el apostolado canta el bello motete Oh cos sant, sintió una moción interior que le impelía a rezar intensamente por Zoilo e ir a visitarlo. Fernando no conocía a Zoilo. Pasó esos días sobre el cadafal en intensa y constante oración como si «la Virgen me hablara sin hablar»… Desde aquel día, durante toda su estancia en el Hospital de Alicante lo visitó a diario. Se sentaba junto a su cama y rezaba en silencio el rosario.

Javier Piñol, Sant Joan primer día de Misteri, guardó sin deshojar la palma para entregarla a la familia en nombre de la Capella. Le colocaron el lazo azul de la Festa. Con un sabor agridulce, presentían que, si habría de ocurrir algo, sería el día de la Virgen. Muchos estaban desconcertados.

Tenían esperanza, pero su esperanza sucumbió cuando recibieron el anuncio de que la muerte de Zoilo era inminente. El 15 de agosto, Zoilo padre, su mujer Gene y la esposa de Zoilo hijo, María José, acudieron a la visita hospitalaria de la tarde, siempre con la incertidumbre de ser la última vez. Sus hermanas, situadas en la puerta mayor de Santa María para la Coronación, oraban por Zoilo. Dani, sobre el cadafal y vestido de judío, agarraba con fuerza el cuerpo de la Virgen para enterrarlo en la sepultura. Era un abrazo suplicante por la vida de su hermano. Una vez introducida la imagen de Nuestra Patrona en la sepultura, una de las camareras de la Virgen, María Jesús Torres, colocó una foto de Zoilo sobre el pecho de la Virgen para que, como una oración, ella, que estaba ahora levantándose de la muerte, devolviese a Zoilo la vida terrena que se escapaba. Zoilo estaba siendo dirigido a la Vida plena en Dios, al mismo lugar donde se dirigía la imagen de Nuestra Patrona: al cielo. ¿Querría ella llevárselo en su día?

En el instante de la coronación, estando la Maredéu en su pleno triunfo sobre la vida, las hermanas de Zoilo reciben una llamada de sus padres. Les acaban de comunicar que su estado empeoraba alarmantemente y hacía presagiar un desenlace inminente requiriendo la presencia de los familiares para despedirse. No podía ser verdad. Su hermano era cantor del Misteri, la Maredéu no podía desampararlo. Esperaron la salida del cortejo de cantores para anunciar a su hermano Dani y a Fernando, el cura, la noticia. La Capella quedó como en un shock y una conmoción profunda invadió a toda la familia del Misteri.

Mientras tanto en el hospital, Zoilo padre, persona optimista donde las haya, había sucumbido a la tristeza y el abatimiento lo hundía. Su mujer Gene, en un arrebato, se dirigió a su nuera preguntándole: «María José, ¿tú crees que va a vivir?» «¡Yo creo que sí!», respondió. Entonces, volviéndose hacia Zoilo padre se dirigió a él increpándole: «¡Es por tu culpa, es por tu culpa porque has perdido la fe, hay que tener esperanza, hay que tener fe!».

Gene y María José, al igual que la mujer cananea de los evangelios que se acercaba a Jesús implorando la curación de su hija, con fuerza imploraban ahora misericordia por Zoilo. Como la cananea, habrían de escuchar también las palabras de Jesús: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas». En aquel momento, Jesús curó a su hija.

Cuando iban a proceder a la desintubación y desconexión de la ventilación mecánica, una enfermera sugirió la posibilidad de darle la vuelta, poner boca abajo el cuerpo de Zoilo en un decúbito prono (práctica muy utilizada en la pandemia con los enfermos covid con insuficiencias respiratorias extremas). Lo hicieron pues nada había ya que perder. El sacerdote le administró la unción de los enfermos.

Sobre las 22.30, hora en que habiendo finalizado La Festa, la imagen de Nuestra Patrona es depositada sobre «el seu llit» para las salves, un enfermero informó de una leve mejoría que creyeron ser lo que popularmente llaman la mejoría de la muerte. Desde aquel momento e inexplicablemente comenzó a tener una mejoría contra todo pronóstico y lógica. La mejoría fue espectacularmente en ascenso hasta que el día 17 de agosto había pasado para él todo peligro vital.

Zoilo salió del hospital de Alicante para su traslado al de Elche el 4 de septiembre con este diagnóstico: politraumatismos craneoencefálico y torácico, fracturas costales bilaterales derechas e izquierdas, contusión pulmonar bilateral, neumotórax bilaterales, neumomediastino, traumatismo raquídeo con fracturas de apófisis espinosas, neumonías asociadas a la ventilación mecánica, síndrome de distrés respiratorio agudo y síndrome de deprivación a opiáceos y benzodiacepinas.

El día 22 de septiembre recibió el alta del Hospital General de Elche. La marca de las ruedas del camión estuvo grabada en la piel de su pecho algunos meses como cuando una huella se marca en la arena. Estuvo dos años de baja.

Zoilo tiene en sus entrañas tatuado como a fuego el nombre de la mujer que le salvó la vida: «Sunsioneta». Ha comprendido como nadie el «si tots creeu…» del Misteri y se han cumplido en su familia esas palabras de Jesús ante la tumba de Lázaro: «¿No te he dicho que si tienes fe verás la gloria de Dios…?», y la vieron porque Zoilo vivió.

Es cierto que en Elche la Festa es el lugar más visible donde se ha cifrado visiblemente esta fe porque, misteriosamente, en la Festa te envuelve la Maredéu. Esta experiencia no puede expresarse en palabras, pero puede asegurarse porque nos marca la vida. Que se lo digan a Zoilo… Es como una historia de amor.

El cadafal es una red amorosa donde la Virgen te atrapa. Precisamente de esta experiencia de verte envuelto en Ella, surgió la tradición desde la que recogemos el testimonio de esta gracia derramada en Zoilo y que ya por el siglo XVIII se expresaba en un “ningú mor de desgràcia”.

Es una experiencia que vivenciamos los que inmerecidamente tenemos la suerte y el honor de tomar la voz de Elche para rezar cantando el Misteri y trasformar su grito enamorado en un canto hermoso: la Festa.

Gracias, Zoilo, por la valentía y generosidad de tu testimonio. Gracias “celestial princesa…” ¡LA FESTA eres tú!