Cuando se ganaba dinero con los heridos en la Nit de l'Albà

La Alborada ha dejado de ser el titular de un campo de batalla pero quizá queden cosas que se puedan mejorar.

La Palmera de la Virgen, en el momento de subir hacia los cielos anoche

La Palmera de la Virgen, en el momento de subir hacia los cielos anoche / Ayuntamiento de Elche

M. Alarcón

M. Alarcón

Me pasó un par de veces el 14 de agosto, tal día como hoy, pero hace muchos años. La Nit de l’Albà había sido una noche de heridos y al día siguiente, prácticamente a mediodía, cuando te habías conseguido reponer de la resaca de una madrugada de trabajo, de la visita al Hospital General de Elche -el único que existía-, de ver allí a los heridos más graves y amputados (porque los quemados se trasladaban a Alicante), que se dejaban entrevistar y fotografiar en las habitaciones, amablemente invitados por la Policía y los responsables sanitarios que te hacían un paseíllo, que más bien parecía a un hospital de campaña, entonces, sonaba el teléfono del periódico. El fijo, por supuesto, y alguien preguntaba por un periodista.

Los teletipos habían comenzado a escupir desde las 11 de la mañana, cuando se había hecho balance de la Nit de l’Albà, que Elche había cerrado uno de los principales actos de sus fiestas patronales con más de 200 heridos y, aunque la mayoría fuesen leves, pero también los había graves -he oído decir a algún amputado que aún le quedaban dedos para seguir tirando cohetes-, en plena canícula de verano los medios nacionales se interesaban por qué había pasado en esta ciudad. Eran tiempos de atentados en este país y con eso creo que está dicho todo.

Nos pedían 600 o 700 palabras y que se las enviáramos para publicar al día siguiente. Era un tiempo sin webs y te ofrecían una gratificación porque lo que querían era la visión de alguien que pudiera explicar qué era lo que pasaba desde dentro. Hablamos de cobrar en pesetas claro está y por encima de ese dinero que puntualmente llegaba a la cuenta al cabo de unos días, para el redactor y el fotógrafo, lo importante era haber publicado en un diario nacional que quería dar una cobertura de proximidad a la noticia. Se pedía permiso al director y te dejaba colaborar con esa publicación que a la postre tampoco difería mucho de la propia sobre lo ocurrido. Ahora bien, entonces me di cuenta que de contar siempre lo mismo a tus lectores se perdía quizá la referencia de explicar qué era lo que había pasado y por qué había pasado. En INFORMACIÓN no se daban detalles porque todos los lectores saben qué y por qué pasa, pero a uno de Lérida, por ejemplo, había que explicarle algo más de la intrahistoria de todos los años. Entonces, en esa abstracción, descubrías la locura en la que se habían convertido las fiestas.

Cuento esto porque, aunque ya hace muchos años que las webs digitales o un simple móvil te informan en tiempo real de lo que pasa aquí o en la otra parte del mundo, la información se cocía de otra forma. Eran años en los que los periodistas de pueblo cobramos de un diario nacional por una crónica de sucesos de este tipo. Donde los redactores jefes de prestigiosos diarios no se explicaban cómo había podido pasar eso en una ciudad en fiestas y en la que se permitiera tamaño disparate de heridos año tras año; pero esta madrugada, digo, ha sido una completa satisfacción dejar de mirar las fiestas por la contabilidad de víctimas. Y eso debe ser un orgullo de que algo se ha hecho bien los últimos años y que en esa línea se debe mejorar.

Hemos tenido algo más de treinta heridos, la mayoría carretilleros, dicen desde el Ayuntamiento de Elche, dentro de la zona felizmente acotada y que ha convertido a la ciudad en un remanso de paz que permite compaginar todos los perfiles de la madrugada del 13 al 14 de agosto si uno no quiere más pólvora. Y es cierto, es imposible que nunca se cierre un día de la Nit de l’Albà sin ningún herido, sería un milagro, porque ayer fueron 2.500 kilos de pólvora y más de 200.000 personas viéndola y mirando al cielo pese al peligro de que te cayera una caña encima.

La quiosquera del diario comentaba cómo antaño su negocio también era muy lucrativo en ese 14 de agosto. La gente se llevaba los periódicos desde primera hora para leer la cifra de heridos, ver las fotos y leer lo que había pasado. Un número el de las víctimas que en la edición de mañana, día 15 de agosto, en mitad de las representaciones del Misteri d’Elx, se colaba con casi tanta importancia como los cantores. Contaba el otro día en otra opinión que fue un alcalde, Diego Macià, y un magistrado, Vicente Magro, quienes ayudaron a encauzar unas fiestas y más por el juez porque actuó sin miramientos, pero el regidor supo buscar la fórmula de llevarla por otros derroteros con, entre otros, el entonces jefe de la Policía Local, Manuel Calvache. Anoche se podía pasear por la Glorieta a las 11 de la noche o cenar y esperar los truenos sin que la ciudad pareciera un campo de guerra.

Carretilleros en Elche

Carretilleros en Elche / MATIAS SEGARRA

Creo que se puede decir que hemos terminado de ganar esa batalla de minimizar el impacto de heridos que genera un acto de estas características. Pero quizá nos falta ganar otra de esta maravillosa Nit de l’Albà y está en el cielo porque les contaré otra anécdota que me sucedió ayer. Rebuscando en la hemeroteca artículos de la década de los 90 para un turista me encontré con esos socorridos datos que usábamos entonces los periodistas para valorar lo que iba a ser la Alborada, en cifras de pólvora y en medios de seguridad. Más o menos como en la actualidad. Y constaté que ahora se lanzan menos palmeras, hasta 370 llegué a leer en otros años y ahora son 312. La cifra actual de cohetes me parece estancada por no decir en retroceso. Eso sí, ahora hay un centenar de personas más implicadas en la seguridad que entonces.

Me sorprendió que uno de los principales acontecimientos de esta ciudad en fiestas no haya crecido en espectacularidad por número de fuegos artificiales. Si algo está claro es que todo sube de precio, si algo habrá que valorar ahora con respecto a entonces, seguro, será que hay menos pólvora. Ni más palmeras ni cohetes y la Palmera de la Virgen, aunque queramos buscar siempre un nuevo titular, nunca va a poder crecer mucho más allá de lo que es porque no caben más cohetones en el campanario. Es cierto, la Nit de l’Albà se patrocina por los ilicitanos, empresas y particulares que lanzan sus palmeras, muchas en recuerdo a sus familias. Y cada vez somos más los ilicitanos, pero el número de lo que pagan porque le lancen su palmera no aumenta y esto invita a una reflexión si, como decimos como orgullo, es una fiesta única en el mundo.

Pero saliendo del quiosco con esta idea, la vendedora comenzaba una tertulia con una de las clientas. Hablaban de la Nit de l’Albà, de si había sido mejor la cohetá que nunca o cómo se había abierto la Palmera de la Virgen. Hacían cosas de pueblo, una tertulia a primera hora, sin importarles realmente si habían visto más o menos palmeras que otros años porque la esencia de la noche nunca ha estado en el número sino en la calidad con la que la miran los ilicitanos, que la han arropado siempre. Lo demás, quizá, sean tonterías.

Enhorabuena a todos.