Hola, soy Dios

Humanos todos… ¡todos!

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Juan Carlos Padilla Estrada

Juan Carlos Padilla Estrada

Ya seáis agnósticos, cristianos, budistas, mahometanos, seguidores de Hare Krishna, judíos, taoístas, templarios o miembros de la iglesia nativa polaca.

En estas fiestas navideñas, en la que celebramos el cumpleaños de mi hijo le pese a quien le pese, no puedo dejar de resaltaros un hecho histórico: el nacimiento de Jesús de Nazaret. Porque independientemente de que creáis que es o no mi hijo, un tal Jesús nació hace alrededor de dos mil años en Palestina. Y eso no solo está acreditado por los evangelistas, también por historiadores como Flavio Josefo o Plinio el joven. A partir de ahí han surgido teorías de todo tipo. Pero yo me voy a centrar hoy exclusivamente en su legado.

Quisiera recordaros pasajes de su vida que han llegado hasta vosotros y que forman parte de la cultura occidental ─junto con el derecho romano y la filosofía griega─ que ahora disfrutáis como nunca en la historia de la Humanidad, y que probablemente constituyen los pilares sobre los que se asienta la sociedad avanzada del siglo XXI. Porque la ética cristiana, que se fundamenta en las aventuras del hijo de María y José, os enseñó el valor del perdón y la piedad, la bondad del volver la vista hacia el necesitado, el compromiso con los parias de la tierra, el activismo contra el fariseísmo, la arbitrariedad y la opresión. En realidad se trata de un verdadero programa cargado de valores morales intemporales aplicables hoy en día como entonces.

Y casi se ha vuelto irrelevante la discusión si era o no mi hijo, de si murió y resucitó al cabo de tres días… Aunque he de reconocer que con su enorme crecimiento, el cristianismo se comió a la doctrina y a su creador. Quizá el boato, las luchas de poderes, la miopía de unos humanos más preocupados en conservar privilegios que legados, os haya alejado de lo verdaderamente importante: un código de conducta.

Pero si conseguimos que en los humanos del siglo XXI persistan algunos de los valores del JC de Nazaret, manejen alguno de los códigos que él introdujo en la historia y prevalezca el amor al prójimo, la piedad y el perdón, yo me sentiré satisfecho, porque habremos logrado seguramente el mayor cambio positivo de la historia de la Humanidad.

Miradme a mí, antes colérico y vengativo, el Dios del antiguo testamento y mirad a mi hijo: moderno, compasivo, tolerante y dispuesto a dar nuevas oportunidades.

Seguidle, aunque solamente sea en esos valores, casi abstractos, que configuran un código de conducta. Si es o no mi hijo… os aseguro que resulta irrelevante.

Feliz año 2024 para todos, penséis lo que penséis. Y esto es influencia de JC, porque yo no era antes así.