Recordar a Jorge Juan, marino y científico

Imagen del científico y marino alicantino Jorge Juan

Imagen del científico y marino alicantino Jorge Juan / INFORMACIÓN

Juan Giner Pastor

Juan Giner Pastor

El pasado 21 de junio se cumplió el 250 aniversario del fallecimiento de Jorge Juan y Santacilia, nacido en la localidad alicantina de Novelda el 5 de enero de 1713, cuya vida y méritos son de gran relevancia. Ya que Jorge Juan fue Caballero de la Orden de Malta, Jefe de Escuadra de la Real Armada, Capitán de la Compañía de Caballeros Guardia Marinas, Rector del Real Seminario de Nobles, Consejero de S. M. en la Junta de Comercio y Moneda, Embajador del Rey en la Corte de Marruecos, Consiliario de la Real Academia de San Fernando, Socio correspondiente de la Real Academia de las Ciencias de París, Miembro de la Real Sociedad de Londres, Miembro de la Academia de Berlín. Y, como se lee en su lápida mortuoria: ≪Después de haber dominado el mar con barcos de nuevo tipo y construcción, explorando el África como Embajador en Marruecos, recorriendo la América para levantar el plano de la Tierra y Europa para llevar a cabo investigaciones literarias, entregó al Señor la vida que de Él había recibido a los sesenta años de edad, en Madrid, el 21 de junio del año del Señor 1773≫.

En España a Jorge Juan apenas se le recuerda, pero si hubiera nacido en Estados Unidos seguro que le habrían dedicado alguna película o serie televisiva, pues su biografía fue un compendio de actividad como marino de la Armada Española, de investigador sobre navegación y construcción naval, incluso actuando como espía en Inglaterra para ello, y de modernizador de la Academia de Guardia Marinas en Cádiz, de la que fue capitán comandante, preparando el establecimiento de un observatorio astronómico dotado de excelentes instrumentos. Además, fue encargado de otras muy diversas comisiones, desde la reorganización y ventilación de las minas de Almadén al asesoramiento sobre obras hidráulicas o acerca de las aleaciones empleadas en las monedas, siendo nombrado vocal de la Junta Superior de Comercio y Moneda, desarrollando una labor infatigable siempre.

También el nombre de Jorge Juan va unido, junto al de Antonio de Ulloa, a la medida del meridiano terrestre. En la medición del meridiano hay que considerar la teoría de Newton, el científico inglés que en el siglo XVII desarrolló la hipótesis de que la Tierra no era una esfera perfecta sino achatada por los polos. Esta teoría fue rebatida por varios astrónomos que consideraron que la Tierra era un geoide alargado en el sentido de los polos. En 1733 la Academia de Ciencias de París, deseando zanjar esta controversia, y estimando los grandes beneficios que el correcto conocimiento de la forma y tamaño de la Tierra reportaría para la navegación, la cartografía y muchas otras disciplinas, solicitó permiso al rey Felipe V para que una  comisión de científicos franceses midiera con exactitud un grado del meridiano terrestre en el virreinato del Perú, cerca del ecuador.

El monarca hispano accedió pero exigió la incorporación al grupo expedicionario de dos marinos españoles, siendo elegidos los guardias marinas Jorge Juan y Antonio de Ulloa para que colaboraran con los académicos franceses y realizaran sus propios cálculos. Juan y Ulloa, que entonces tenían, respectivamente, veintiún y diecinueve años de edad, fueron ascendidos a tenientes de navío con el fin de presentarse ante los franceses con una cierta graduación militar.

La expedición al continente sudamericano fue larga y laboriosa y, por lo que hace a los jóvenes marinos españoles, adquirió caracteres de auténtica aventura científica, calificada como la empresa más importante de la ciencia española en la primera mitad del siglo XVIII. Las tareas de medición del meridiano terrestre se prolongaron desde 1735 hasta 1744, siendo a menudo interrumpidas por las llamadas del virrey del Perú a Juan y Ulloa para que organizaran la defensa de las costas del Pacífico frente a los ataques de la flota inglesa mandada por el vicealmirante Vernon. Y aunque el desarrollo de las observaciones no estuvo exento de penalidades, a consecuencia también de las durísimas condiciones vividas en la cordillera andina, finalmente se podía confirmar la tesis de Newton de que la Tierra es una esfera achatada por los polos. Juan y Ulloa fueron ascendidos a capitanes de navío, y los datos obtenidos en la expedición se publicaron con rapidez. En 1748 Juan redactó las ‘Observaciones astronómicas, y Physicas, hechas de orden de S. M. en los reynos del Perú’, donde se recogen los resultados de aquel acontecimiento científico por el que siempre se recordará a tan insigne personaje alicantino: Jorge Juan y Santacilia.