Miguel Valor: las vueltas que da la vida

"Miguel Valor: las vueltas que da la vida", un artículo de Mario Candela

"Miguel Valor: las vueltas que da la vida", un artículo de Mario Candela

Mario Candela

Mario Candela

Las vueltas que da la vida. A Miguel Valor Peidro lo conocí a principios de junio de 1980, durante las XXIV Horas Deportivas de Alcoy. Hacía un año que era concejal de Deportes y yo llevaba un mes como corresponsal de la Agencia EFE. Aquella velada fue sonada, porque el Centre Excursionista organizó un descenso a la Cova Juliana para políticos y periodistas y allí fui, con Valor, Josep Albert Mestre y Miguel Rubio, portavoz del PC y titular de Educación, y concejal del PSPV, respectivamente. Fue una noche inolvidable, con foto de grupo incluída, porque la cuevecita tiene un sifón complicado para neófitos inexpertos como éramos nosotros y, de hecho, durante décadas Valor se burló de Mestre por lo mal que lo pasó. Tal vez por ello, las relaciones hilvanadas aquel día han llegado lejos, muy lejos.

¿Saben ustedes cuál es o era la calle alcoyana por excelencia de Alicante? Virgen del Socorro, porque la familia Peralta, del textil alcoyano, construyó algunos edificios, entre ellos los característicos blancos con aros en los balcones, que se adjudicaron en gran parte a convecinos suyos. Por allí acabó nuestro Miguel Valor, como también el inolvidable Paco Agudo y su familia y el abogado Ernesto Jordá, mentor profesional del letrado Miguel Peralta. Y alguna más conocida mía, como Maruja Valls, cuyas vistas al mar y a Tabarca desde el balcón de la duodécima planta jamás olvidaré.

Nosotros, por Virgen del Socorro paseábamos casi cada tarde. Estábamos en la Goteta desde que los pisos fueran entregados en el 67. Era una promoción social a gran escala que acabó siendo de titularidad alcoyana, madrileña y francesa… Todavía permanecen muchos de los residentes originales o sus descendientes. Eran los tiempos en que una horchata o un cucurucho de la máquina de crema del Peret de la Explanada -ahora en horas muy, muy bajas- era lo más, como la sardinada eventual en el bar Ros, que estaba al final de Virgen del Socorro. También era la época de la aventura de la excursión a Tabarca, de los veranos sin tele, con las calles de la Goteta sin asfaltar y los juegos infantiles en la montaña.

A mucha gente le ha sorprendido que Miguel Valor tuviera 79 años porque pensaba que era mayor. Es verdad, Miguel llevaba mucho tiempo al pie del cañón, en la primera línea de fuego, vamos, y su primera acción tiene un nombre propio: el Banco de España, que cerró en Alcoy en 1982, pero años antes él se vio obligado a hacer gestiones para conocer la realidad del proyecto y tratar de evitarlo: sólo pudo conseguir el primer objetivo, porque la clausura de sucursales era un plan nacional inamovible. Esto no era como el tren Alcoy-Xàtiva, que todavía bambolea, pero esta es otra historia.

Valor, políticamente, lo tuvo claro, como recordaba su hijo Miguel el domingo por la tarde en el tanatorio, y se machacó los pueblos de las comarcas de l’Alcoià-Comtat i la Foia y más tarde del resto de la provincia, que recorría a diario con su Opel Kadett, entre carreteras infernales. Así, se abrió camino en la Diputación que fue su sino natural, desde donde se convirtió en el protector de los más débiles y en el sostén de actividades culturales, festivas y religiosas de todo tipo. Más tarde, ejercitó otros menesteres políticos que ya han contado otras personas que saben del tema mucho más que yo y que exceden el marco de este texto.

A finales de agosto de 2021, su círculo íntimo de Alcoy, esto es, los históricos del Centre d’Esports, programaron una visita a Miguel Valor a su casa de Virgen del Socorro. Tuvieron el detallazo de avisarme, porque sabían que me incorporaba al IES Jorge Juan, y allí fui. ¡Qué horas más agradables! Con Miguel Sarasa, Santi Botella, Octavio Fuentes y Paco Couñago vimos fotos y recortes nostálgicos de toda su carrera política, con Induráin, con su adorado Suárez en Alcoy, con la familia, y especialmente con la gente del deporte alcoyano. Fuimos al Pla, donde nos invitó a un aperitivo, en el que lo de menos fue el menú y lo que más, aquello que se contó. En la marcha, comenté en voz baja con Sarasa que había un aire de despedida en el ambiente. En cierto modo era verdad, porque, si no estoy mal informado, fue la última salida de Miguel con amigos.

El domingo, contacté con el mismo grupo y fuimos juntos al tanatorio por la tarde, donde coincidimos con Julio de España. ¡Qué pena! Habría preferido a Ripoll, a quién vi el martes en las fotos del funeral. Saludamos a la familia y a la innumerable gente presente y volvimos cada uno a lo nuestro, con la promesa de juntarnos los que quedamos. Lo haremos rápido, por si acaso.

El lunes el Ayuntamiento de Alicante declaró día de luto, situación que aproveché para hablarles a mis alumnos del IES Playa San Juan de la figura del exalcalde, también amigo mío. Y a uno concretamente le expliqué que si puede vivir en la cercana calle Polín Laporta es porque Miguel Valor ha tenido voz y voto en el Ayuntamiento, donde no creo que mucha más gente conociera la pintora alcoyana.

El viernes, al llegar a Alcoy, entré al cementerio. “Bloque 48, verás las coronas”, me dijeron los entusiastas trabajadores del recinto. Allí me dirigí y allí estaba su nicho, sin nombre, a la espera de la lápida, pero rodeado del homenaje floral de las personas que le amaban, que respetaban su legado o que simplemente se sentían agradecidas.

Así, 44 años después, me despedí justo enfrente del sitio en que nos habíamos conocido, lo que también es aplicable a Mestre. Lo dicho, las vueltas que da la vida.