Con esta declaración de hoy de Otegi, es como si escucháramos a nuestra madre tierra en todas las manifestaciones que nos ofrece, pues igual hay motivo para la esperanza. Que el tipo más odiado durante años en España, Arnaldo Otegi haya sido capaz de decir: Sentimos su dolor, nunca debió haberse producido, en referencia al terrorismo causado por la banda terrorista ETA, en esta celebración del décimo aniversario de su fin, de la extinción de la misma, no hay que tomarlo a chufla.

Puede que lo expresado sea insuficiente, pero ¿cómo se olvida tanto dolor, sufrimientos y vejaciones sufridas por las víctimas y sus familiares? El sufrimiento es un sentimiento que nunca se duerme e igual nunca se olvida, es como ese frío que se pasea insistente por entre las coyunturas de nuestro cuerpo, haciéndonos tiritar. Creo que, aunque cualquier víctima de ese terror baldío y repugnante, nunca alcance a perdonar, que Otegi afirme que nunca debió haberse producido, tiende a provocar en el resto de la sociedad un periodo de tranquilidad, aunque es claro, que ni Otegi ni los cobardes matones de ETA, pueden huir de sí mismos, su pasado oscuro de sombras borrascosas, les persigue.

La verdad al día de hoy, es que llevamos diez años desde el fin de la violencia de ETA, y no hay manera de desprenderse de ese dolor que siguen sintiendo sus víctimas. Así es señor Otegi, ese dolor, esas muertes gratuitas de inocentes, nunca debieron haberse producido. Muchos españoles miramos hacia el futuro, pero sus víctimas del todo inocentes, respiran el vacío de tantas ausencias. El pasado no tiene vuelta atrás, valoramos este tiempo de paz, el poder caminar con relativa tranquilidad por las calles y remansar recuerdos. Siempre es bueno arrepentirse y pedir perdón.