Hoy es el día para denunciar la violencia que se ejerce contra las mujeres en todo el mundo. Realmente no es ninguna celebración, más bien lo contrario. Da mucha pena que en el año 2021 a poco más de un mes para que empiece 2022, tengamos que estar en esta situación. Hemos avanzado en todo menos en esto. Es cierto que la sociedad ha dado un paso importante, construyendo los cimientos de la igualdad, gracias a una generación mucho más dispuesta a luchar por sus derechos y en contra de las injusticias. Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer.

Uno de los errores más comunes es pensar que este trabajo solo les compete a las familias realizarlo. Inculcar unos valores y seguir unos principios es trabajo también de las escuelas y de eso me gustaría hablar.

La mayor parte de las cosas se aprenden de pequeño. Se me antoja difícil cambiar un pensamiento o manera de hacer cuando toda la vida lo has hecho de una manera concreta. Por lo tanto, es competencia de los centros educativos fomentar la igualdad efectiva de oportunidades entre hombres y mujeres, a través de la coeducación. Entendemos coeducar como una educación no machista ni sexista que supera todo tipo de estereotipo y rol de género o poder, que trata de terminar con todas las desigualdades y discriminaciones que forman parte del sistema patriarcal. Hay que educar al margen de la imposición social del género y potenciar el desarrollo individual. En definitiva, tratar a toda persona con las mismas condiciones, indistintamente del género que tenga.

Aspiramos a ser mejores como sociedad. De hecho, nos lo merecemos, se lo merecen ellas. Aprovechemos este 25 de noviembre para reflexionar, ni que sea unos minutos, sobre cuantas son las que padecen este tipo de violencia y que podríamos hacer cada una de nosotras para erradicarlo.

Vamos a hacer de este mundo, un lugar en el que apetezca vivir.