La pasada semana leía la entrevista que INFORMACION le hizo al Dr. Antonio Rios, un reputado terapeuta de familia y pareja, especialista en conflictos familiares y entre muchas cosas resaltaba que la violencia verbal o física que ejercen los hijos adolescentes hacía los padres, viene en gran medida, por no haber puesto freno los procreadores en una edad temprana a chantajes y amenazas en el momento que han pedido algo y no hemos sabido decir “NO”; creíamos que los queríamos más dándoles todo lo que pedían ya que nuestra generación carecía de caprichos superfluos y nuestros padres sí sabían decir “no” a cualquier petición caprichosa, bien por no tener suficientes recursos, bien porqué eran conscientes de que el árbol se endereza desde pequeño y había que acatar la disciplina familiar y sin rechistar para poder desarrollar una personalidad madura y responsable; por ese motivo nosotros, hemos sido una generación bisagra, entre el autoritarismo de nuestros padres y la falta de respeto de una gran mayoría de hijos adolescentes hacia sus padres, el motivo está claro, “No se puede ser amigo de nuestros hijos”, somos los padres y los responsables de su educación y de su comportamiento, acompañado por supuesto de amor y de atención y mucha charla familiar, para orientarles a ser buenos y brillantes adultos. 

La figura del hijo maltratador suele tener un perfil de fracaso escolar y después laboral, ya que se resisten a cumplir normas o someterse a disciplina, suelen ser impulsivos y agresivos y con un alto nivel de frustración, sin empatía ni control de la ira, con mucha irritabilidad y ansiedad, son situaciones muy complejas y por ello es fundamental buscar ayuda externa de buenos profesionales.