La dirección provincial del PP, con José Císcar a la cabeza, no quiere quedarse «huérfana» en la elección del próximo candidato a la Alcaldía de Alicante, una vez confirmado que Sonia Castedo, al menos bajo las siglas de los populares, no repetirá. Apenas 24 horas después de que la regidora alicantina dejará abierta la puerta a marcharse antes de que finalice el mandato sin aclarar, eso sí, si montará su propia plataforma política para concurrir a la cita electoral, Císcar se reunió en la sede provincial con los cinco presidentes del PP en la ciudad de Alicante -los concejales Marta García Romeu, Luis Barcala, María Ángeles Goitía y Juan Seva junto a Ginés Lifante, marido de la consellera Asunción Sanchez Zaplana- para empezar a preparar el «postcastedismo» y les lanzó una propuesta de alcance: la dirección provincial del PP, atendiendo a la potestad que tiene en los procesos de confección de candidaturas, elevará a Madrid el cabeza de lista que resulte de un proceso de negociación y pacto con esas cinco juntas de distrito.
A la cita ya no acudió Castedo, completamente apartada de la vida interna del PP desde hace meses y aíslada con sus dos imputaciones por supuesta corrupción urbanística a cuestas, pero de cuyos movimientos para la contienda de 2015, por su innegable tirón electoral, está pendiente todo el mundo. ¿Qué intenta ahora Císcar? No quedarse fuera de los movimientos que se están produciendo para intentar negociar un acuerdo amistoso con la primera edil alicantina y, al tiempo, buscarle un sustituto. Es Fabra, por ahora, el que se ha sentado con la alcaldesa -en un encuentro que Presidencia «vendió» como un éxito- para tratar de cuadrar una solución. Y también el que ha dado aire, a la vez, a la opción de la consellera Asunción Sánchez Zaplana -la candidata, al menos por ahora, mejor situada- y el que ha dejado, de alguna manera, una ventana abierta para la aventura del director general de la Cámara, Carlos Mazón, como una posible alternativa.
El vicepresidente de la Generalitat se ha jugado la carta de poner encima de la mesa la prerrogativa que le concede el sistema de selección de candidatos del PP de elevar la propuesta del candidato a Madrid, que tiene la última palabra. Si es un nombre consensuado, Císcar se garantiza no sólo que Génova se lo pueda aceptar sino que, además, asumiría como propio al alcaldable y ganaría margen para el segundo round: intentar colocar algún peón en la confección del resto de la lista. Es una maniobra, desde luego, inédita en una formación acostumbrada a la elección por la vía del «dedazo» y el decreto-ley de los aspirantes electorales con la que, además, Císcar -necesitado de apoyos para, aparcada por ahora su aspiración de presidir la Diputación, afrontar su nuevo objetivo de encabezar la candidatura a las Cortes- ganar músculo de cara a esa batalla de las listas autonómicas, propuestas por Valencia y ratificadas en Madrid.
Así que Císcar, en paralelo, también se comprometió a recorrer las cinco juntas de distrito de la capital -un vasto territorio en el que explorar y predicar con unos 15.000 afiliados- para «hacer bases». Y, al tiempo, a constituir el máximo órgano de la agrupación de Alicante, un sanedrín con presidentes y secretarios generales que, hasta ahora, se había quedado inactivo.
