Mireia Mollà cerró por la puerta de atrás este martes su etapa al frente del departamento de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica. La consellera ilicitana fue cesada de sus responsabilidades. Directamente, expulsada del Consell. A la sazón, por un golpe de efecto, inesperado a siete meses de las próximas elecciones, protagonizado por la vicepresidenta de la Generalitat, Aitana Mas, quien trasladó al presidente, Ximo Puig, la propuesta de destitución fulminante. Le sucederá en el cargo la actual secretaria autonómica de Salud Pública y del Sistema Sanitario Público, Isaura Navarro, quien, al igual que Mollà y Mas, milita en Iniciativa del Poble Valencià, una de las tres patas que conforman Compromís. Todo ocurre, además, en un momento en el que el partido valencianista atraviesa una etapa especialmente complicada, a cuenta de la salida de Mónica Oltra, cuyo futuro político está en manos de los tribunales y cuando sus posibilidades de liderar la candidatura en 2023 son ya prácticamente nulas. Con el relevo de Mollà, el Consell ejecuta su cuarta remodelación en cinco meses, y Aitana Mas se refuerza como número dos del Consell.

La defenestración de Mollà se justifica bajo la necesidad de introducir cambios que apuntalen la unidad en un Ejecutivo que «requiere estabilidad y cohesión ante el difícil contexto socioeconómico». Esa fue la versión trasladada de forma oficial a través de los canales de la Generalitat, pero no la única. Una versión que, sotto voce, ratificaban desde el Gobierno, en especial desde el sector más cercano a Compromís. Tras la salida de Oltra, Aitana Mas había conseguido hacer piña con otros dos consellers de su formación: Raquel Tamarit (Educación y Cultura) y Rafa Climent (Economía). Mollà no solo fue siempre de por libre, sino que fue encadenando desencuentros, desplantes y desaciertos. Los despropósitos, sin embargo, se fueron sucediendo en las últimas semanas. A la polémica que generó que no fuera a los incendios de la Vall d’Ebó y Bejís, se sumó la acusación a la mala gestión de las renovables por parte de Més -socio de Iniciativa- y, para acabar de rizar el rizo, llegó a plantear al conseller de Hacienda, Arcadi España, que en los presupuestos del próximo año primar a las consellerias «productivas» frente a las sociales, esto es, las gestionadas por Aitana Mas -Políticas Inclusivas- y por Raquel Tamarit. Además, sin permiso del partido y, lógicamente, en perjuicio de otros departamentos autonómicos liderados igualmente por Compromís, algo que desde el entorno de la cesada fue negado de forma tajante. Esa fue, supuestamente, la gota que colmó el vaso, pero en determinados círculos de los valencianistas se apuntaba a que el denominado clan Mollà llevaba ya mucho tiempo tensando la cuerda adrede. Otra cosa es la finalidad. Los más apuntan a que simplemente ni Mireia Mollà ni su padre, Pasqual Mollà, creían que las cosas podían llegar tan lejos, que a siete meses de las elecciones su destitución no era una opción. Otros, por su parte, apuntan a que es una estrategia para acabar de dinamitar la coalición y, de paso, acercarse a la marca Sumar promovida por Yolanda Díaz.

Sea como fuere, el caso es que el cese se consumaba a primeras horas de la tarde a través de una llamada telefónica y, con ello, se daba pista libre a la remodelación. La determinación de Mas para expulsar del Botànic a Mollà se produce apenas 100 días después de aterrizar en el cargo como vicepresidenta, consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas y portavoz del Consell. En tiempo récord, Mas se ha convertido en una figura de peso en la Generalitat al ser designada como la heredera de todos los cargos que dejó vacantes Mónica Oltra tras su dimisión, enmarcada en su imputación por la presunta ocultación de un caso de abusos sexuales hacia una menor tutelada por parte del que era marido de la entonces vicepresidenta del Consell. 

Precisamente, Oltra fue una de las primeras en conocer la decisión de Aitana Mas de cesar a Mireia Mollà. Este 25 de octubre fue el día elegido para ejecutar este movimiento de calado. Mas se lo comunicó a Puig . Fuentes de su entorno aseguran que trató de reunirse con la consellera para comunicarle en persona su decisión. El encuentro nunca se produjo y, finalmente, le informó del cese por teléfono. Desde Més, la formación mayoritaria integrada en Compromís, se trasladó su «respeto y apoyo» a la decisión de la vicepresidenta, de la que destacaron que, en definitiva, es la máxima representante de los valencianistas en el Consell. Y como ese puesto, el de máxima responsabilidad en la Conselleria de Agricultura y Transición Ecológica, pertenece a la cuota de Iniciativa en el organigrama autonómico, no tuvieron nada que objetar. Incluso hubo quien lo celebró. Isaura Navarro, en declaraciones a este diario, se limitó a decir que, «después del reto de la pandemia, afronto otro reto», en alusión a la cartera que asume ahora.

Isaura Navarro, la segunda por la izquierda, junto a Mas y Puig, este martes. EFE

Mollà en absoluto esperaba que este martes se produjera ese abrupto desenlace, según subrayan desde su círculo de confianza. Se trata de un movimiento que califican como «incomprensible». Creen que la decisión de Mas de apartarla del Consell «no tiene justificación» y que su expulsión del Gobierno no se ha argumentado. Advierten, además, que esta situación abre una crisis de consecuencias desconocidas tanto en el seno del Consell como a nivel de partido. Hasta el punto de que subrayan que incluso puede poner en riesgo la edición de un tercer Botànic tras los comicios previstos para mayo de 2023. Las mismas fuentes aseguran que en ningún caso Mollà ha tratado de negociar el presupuesto para su conselleria directamente con el departamento de Hacienda. Desde este área de Gobierno, mientras, se restó hierro al asunto. Se subrayó que Mollà, al igual que otros consellers, se reunió con España para trasladarle las prioridades presupuestarias de su departamento para el próximo ejercicio. Sin más.

La relación entre Mas y Mollà nunca ha sido precisamente buena, si bien en los últimos meses se habían multiplicado las hostilidades. Hasta el punto de que la vicepresidenta, públicamente, le dio un toque de atención el pasado viernes. Lo hizo durante su comparecencia posterior al pleno del Consell, cuando hizo un llamamiento a «evitar tensiones y personalismos». Tres días antes Mollà, también de forma pública, exhortó «a todo el Gobierno valenciano» a impulsar las tramitaciones de los proyectos de renovables con el mismo esfuerzo que, según reivindicó, se estaba haciendo desde su departamento. Eso fue algo que generó un profundo malestar entre determinados sectores de su propio partido, puesto que ponía el foco en la Conselleria de Economía, liderada por Rafa Climent (Més) y en la dirección general de Paisaje, que mantiene al frente a Rosa Pardo. Desde la vicepresidencia se consideró que hace tiempo que Mollà va por libre, que ha abandonado cualquier trabajo en equipo y que ha dinamitado todos los puentes de diálogo para tratar de reconducir la situación. 

La tensión entre Mollà y Mas no solo se ha producido en el plano institucional. De hecho, se han multiplicado al calor de las cuitas orgánicas en Iniciativa. En febrero de este año, Mas cogía las riendas del partido de Mónica Oltra, junto con Alberto Ibáñez. Ambos fueron designados como coportavoces de la formación, los de mayor relevancia. En ese proceso orgánico, Mollà no planteó batalla interna. En determinados círculos del partido señalan que no pudo tratar de mantenerse como una de las coportavoces por falta de apoyos. No se puede pasar por alto que la propia Oltra, por aquel entonces santo y seña de los valencianistas, ungió la candidatura de Mas e Ibáñez. A eso se suma que Mollà también perdió el control de la lista municipal de Elche, al establecer el nuevo reglamento de primarias de Compromís que uno de los dos primeros puestos debe ser para el antiguo Bloc.

Dardos envenenados desde las Cortes minutos antes de su destitución

Los dardos envenenados lanzados por Mireia Mollà continuaron hasta minutos antes de que se produjera su cese. Este mismo martes, en una comparecencia en las Cortes Valencianas, la todavía consellera de Agricultura y Transición Ecológica se enfrentó a las críticas de la oposición con relación a su polémica ausencia durante los incendios registrados este verano en la Vall d’Ebo y Bejís. Desde la tribuna, Mollà defendió que ella no va a hacerse ninguna foto en un centro de coordinación de emergencias de incendios, inundaciones o catástrofes, porque «no pinta absolutamente nada allí» y es algo que le parece «indecente». Precisamente, Aitana Mas fue el cargo más destacado de la pata de Compromís en el Consell que acudió a la zona afectada por los fuegos en agosto. La ausencia de Mollà durante la DANA de 2019 que arrasó la Vega Baja también fue muy criticada, incluso dentro de su partido.