Pues éstos, de verdad, no sé lo que quieren. Posiblemente no quieran nada y lo único que anhelen es vestir de negro y tatuarse los labios, sentarse mirando a la luna tomando una birra mientras escuchan a Rammstein y perderse entre las páginas de Anne Rice, los cuadros de Friedrich o los versos de Christa von Midlum, la poetisa que acabó abrasada en Maastricht en el XVI por hablar más de la cuenta. Menuda tunanta.