Elon Musk, el hombre más rico del mundo, lo es en dinero pero no tanto en cariño de la gente. Sobre todo desde que publicara en Twitter una viñeta humorística de dudoso gusto en la que muchos han interpretado que se ríe de los enfermos por coronavirus.

El CEO de Tesla, que cuenta con 47 millones de seguidores en la citada red social, publicó ayer la polémica imagen, en la que se ve a una paciente postrada en la cama con oxígeno frente a un familiar con la mano en la boca tosiendo. La leyenda que ilustra el dibujo dice textualmente: "Kevin, me estoy muriendo. Por favor, deja de hacer beatboxing (un estilo musical que consiste en reproducir sonidos de batería y ritmos con la boca".

Se cuentan por cientos las respuestas recriminando al magnate su poca sensibilidad. "Estaba junto a la cama de mi madre cuando murió. Si un niño de 11 años publicara esto, pensaría para mí mismo 'algún día se convertirá en un adulto'", le afea un seguidor.

"Nunca compraré más un producto de Musk. Y me avergüenza ser propietario de un Tesla. Durante el covid, con tanta gente sufriendo, publicas algo así. Esto es tan despreciable, no tengo palabras", añade otro de los más de 10.000 comentarios que tiene ya su mensaje.

Aún así, el tuit acumula más de 735.000 "me gusta" en el momento de escribir este artículo, y casi 76.000 retuits.

El gigantesco poder de influencia de Elon Musk

El poder de prescripción que tiene el sudafricano es brutal. Sus mensajes de apoyo a Dogecoin, una criptomoneda surgida a partir de un meme lograron multiplicar recientemente un 1000% su valor, del mismo modo en que la hizo bajar considerablemente con un comentario negativo, días después de haber invertido una fortuna en Bitcoin, el activo digital por excelencia.

No sólo eso, una recomendación suya para que la gente usara Signal, una app de mensajería como alternativa a Whatsapp y Telegram, fue malinterpretada por muchos inversionistas, que no conocían tal aplicación y se lanzaron a comprar acciones de Signal Advance, una pequeña empresa de productos sanitarios que pasó en poco tiempo de valer 4 millones de dólares a 600. "No somos nosotros, pero gracias", contestaron. Así es el poder del responsable de SpaceX, capaz de llevar a la luna lo que quiera a golpe de tuit.