Tras elevar la calificación provisional a definitiva, en la que solicita la aplicación de la agravante de parentesco, resaltó la "evidencia" de que este ciudadano marroquí de 44 años la mató tras conocer que la mujer "quería dejarle" y señaló las lesiones halladas en los antebrazos como "signos de lucha" por su parte, algo que la acusación particular interpreta como vanos intentos por "protegerse" de la "brutal" agresión.

La parte que representa los intereses de la fallecida ratificó también el escrito en el que pedía 25 años de prisión para Noureddine Sourroukh como autor de un delito de asesinato. La letrada subrayó que Khadija Nejjar fue sometida a "una dolorosa agonía" que demuestra la pericial forense, que determinó que no murió en tras recibir la última puñalada sino "desangrada en la bañera del cuarto de baño del domicilio familiar y asfixiada".

Durante su turno, la acusación particular cuestionó la enajenación mental alegada por la abogada que representa al procesado, que a su juicio responde "a un papel preparado durante los dos años que ha estado en la cárcel", y la supuesta acción de lucha ejercida por la víctima, que sólo "intentaba protegerse ante un hombre armado con un cuchillo, que le asestó 18 puñaladas, de las que una se realizó por la espalda y varias cuando ya estaba desplomada en el suelo, como evidencian las herida inciso-contusas en las extremidades inferiores".

La defensa, que solicitó la libre absolución de su patrocinado contra el que, según aseguró al jurado popular, no existe "ninguna prueba de cargo", pidió no obstante la aplicación subsidiaria de la eximente completa o atenuante de enajenación pese a que la psiquiatra forense asignada al caso ratificó ayer en el acto de juicio que Noureddine Sourroukh "no sufre ninguna alteración mental que anule su capacidad cognitiva y volitiva fuera del estado depresivo propio de las circunstancias personales derivadas del hecho delictivo".

El imputado aseguró en todo momento no saber ni su nombre y no recordar los hechos sucedidos a principios de septiembre de 2006 en el domicilio familiar ubicado en la calle Vicente Aleixandre de Roquetas de Mar (Almería); y negó incluso tener mujer e hijas o su ingreso en prisión, que dijo ser un "hospital" al que había sido conducido después de permanecer "mucho tiempo" en un monte tras arribar al litoral provincial en patera.

El acusado negó también saber si, tal como argumentan el Fiscal y la acusación particular, llamó a su suegra a Marruecos el día 4 de septiembre de 2006, la avisó de que había matado a su esposa y amenazó también con acabar "con toda la familia" y dijo asimismo no recordar que hubiera llamado desde la cárcel a sus hijas, a las que, según la acusación, pidió perdón por la muerte de su madre la pasada Semana Santa. En todo momento, indicó que estaba enfermo "de la cabeza" y que tomaba "muchas pastillas".

MALOS TRATOS CONTINUOS.

Por su parte la hermana de la víctima, S.N., aseguró en su declaración ante la Sala que el acusado maltrataba, amenazaba y pegaba "diariamente" a la fallecida, a la que ni siquiera permitía que dijera a su familia dónde vivían para que no pudieran ir a visitarla, y que cursó cuatro denuncias contra él ante la Guardia Civil de Vícar y Roquetas de Mar que luego, sin embargo, retiraba porque él "le pedía perdón".

La testigo aseguró que el acusado llegó incluso a agredir a las hijas del matrimonio, que, junto a su madre, habían huido en varias ocasiones a Marruecos por miedo al imputado que, según ella, mató a Khadija la misma noche en que ella regresó de una de sus estancias con su familia en Marruecos y después de que ella misma le aconsejara que volviera a España porque las leyes "funcionaban mejor aquí".

La detención de Noureddine S. como presunto autor de la muerte de su cónyuge se produjo sobre las 12.150 horas del día 6 cuando fue interceptado hablando solo y en voz alta, sin documentación, mientras deambulaba por una calle de Vícar, tras lo que arremetió contra los agentes de la Policía Local, a quienes facilitó un nombre falso y afirmó que había desembarcado de una patera.

Los funcionarios pusieron sin embargo la detención en conocimiento de los guardias civiles instructores de la muerte de Khadija que, a las 21.30 horas del mismo día, comprobaron a través de las huellas dactilares que se trataba presuntamente de la misma persona.