La Audiencia de Alicante ha confirmado la pena de tres meses de prisión y seis meses de orden de alejamiento a un padre de Aspe que propinó un bofetón a su hijo de 13 años por llegar a casa a la una de la madrugada, según la sentencia a la que ha tenido acceso este diario. Un juzgado de lo Penal de Alicante ya le condenó por un delito de malos tratos en el ámbito familiar, motivo por el que el padre apeló la resolución ante la Audiencia alegando que estaba ejerciendo el deber de corrección hacia su hijo. La Sección Segunda de la Audiencia le responde que en el año 2007 se suprimió expresamente del Código Civil este derecho de corrección de los padres hacia los menores. «Ni el deber de educar a los hijos, ni el de éstos a obedecer a los padres, incluye el derecho de los progenitores de agredir físicamente a éstos», dice la sentencia.

Los hechos ocurrieron en Aspe el 21 de junio de 2014 después de que el menor, de 13 años de edad, que vivía con su padre y los abuelos paternos, dijera que se iba a cenar con unos amigos. El padre le advirtió de que llegara a casa a las once de la noche porque llevaba varios días llegando tarde. Sin embargo, el menor regresó a la una y media. El fallo declara probado que su padre bajó muy nervioso las escaleras y en el rellano le golpeó en la cara, provocando que el menor se raspara el codo contra la pared. Éste se marchó corriendo a casa de su abuela materna que fue la que le instó a la mañana siguiente a presentar una denuncia ante la Guardia Civil y que se personó en el proceso como acusación particular.

La Audiencia recuerda que el legislador decidió tipificar como delito las agresiones físicas leves cometidas entre parientes próximos y que los jueces no pueden derogar este mandato legal. «La conducta consistente en abofetear a un hijo de 13 años que vuelve a casa dos horas después de la que se le marcó» se enmarca en el delito por el que el juzgado de lo Penal le condenó, argumenta el ponente de la sentencia, el magistrado José María Merlos.

La condena le impone tres meses de prisión que no tendrá que cumplir puesto que se trata de una persona sin antecedentes. Sin embargo, establece una orden de alejamiento que le impide acercarse a su hijo durante seis meses a una distancia inferior a 200 metros a su domicilio, centro escolar o cualquier otro que sea frecuentado por éste y de comunicarse con él por cualquier medio. En la apelación, el padre había pedido que se le quitara la orden de alejamiento al considerar que no procedería su aplicación por ser perjudicial para el propio menor. La Audiencia ha rechazado estos argumentos señalando que el Código Penal prevé este tipo de medidas «en los casos de lesiones contra determinados parientes o personas con vínculos especiales, entre los que se encuentran los hijos». Por lo que la orden de alejamiento se mantiene.

Marcha atrás

Durante el juicio, el menor trató de echar marcha atrás en el juicio y declaró que no lo entendió como una agresión, sino simplemente como una corrección, «como que su padre le estaba corrigiendo» y que no quería denunciar a su padre, pero fue su abuela «la que le comió la cabeza y le llevó a la Guardia Civil». De hecho, el padre vinculaba la mala relación con la abuela materna como uno de los motivos que había detrás de la denuncia.

Tanto el padre como el abuelo del menor habían negado la agresión y alegaban el carácter problemático del menor estaba teniendo en las últimas semanas para que se hubieran enfadado con él. La existencia de un parte médico que concluye que las lesiones que presenta el menor son compatibles con la bofetada que denunció haber sufrido esa noche.

La Audiencia explica que las diferencias entre padre e hijo no explican la decisión de presentar una denuncia falsa «y no se debería responsabilizar al menor de aquello de lo que es responsable el mayor». Para el juez, la versión del joven quedó probada con el parte de lesiones y las declaraciones del propio acusado que llegó a gritar y a amenazar a su hijo, según explica en la sentencia.