La Policía Nacional ha detenido a la mujer del hombre con movilidad reducida que desapareció en diciembre pasado y del que la ahora arrestada afirmaba que buscaba ser sometido a eutanasia porque no quería seguir viviendo con la enfermedad degenerativa que sufría.

La detención se produjo ayer tarde, después del hallazgo del cuerpo de la víctima, Isaac Guillén Torrijos, de 47 años, que estaba enterrado en una finca propiedad de la mujer, en Godelleta y que mañana será sometido a la correspondiente autopsia para saber cómo se produjo su muerte, aunque todos los indicios apuntan a que fue asfixiado.

Desde el primer momento, la mujer trató de convencer a los agentes del grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Valencia de que la desaparición de su marido había sido voluntaria y de que llevaba un tiempo planteando su deseo de morir porque sufría una dolencia irreversible

«Lo siento mucho pero no voy a volver a casa. Cuando pase algo os avisarán de inmediato, es decisión mía y solo mía, y debéis respetar mi voluntad». Ese es el mensaje de texto aportado por la mujer de Isaac Guillén que supuestamente le habría enviado él a modo de despedida en la noche del 1 de diciembre.

La detenida, Beatriu F. C. declaró a la Policía que recibió el mensaje poco después de que ella lo dejara en el valenciano barrio de La Llum, según su versión, para celebrar en un bar el cumpleaños de un compañero del centro de día para discapacitados físicos al que Isaac acudía regularmente dentro del tratamiento de su enfermedad degenerativa.

Desde entonces, este hombre de 45 años, vecino de Valencia y agente de la Policía Local de Catarroja hasta que su enfermedad lo apartó del servicio activo en 2014, nada más se había vuelto a saber de él.

La Policía Nacional desconfió desde el principio de que se tratase de una desaparición voluntaria, ya que tenía reducida su movilidad hasta el punto de que solo podía desplazarse en silla de ruedas y requería de otra persona para realizar las necesidades básicas.

Isaac padecía de ataxia cerebelosa que le impide controlar los músculos de su cuerpo, una enfermedad neurodegenerativa que se le había agravado y que desde el pasado verano lo tenía sumido en una depresión, según explicó su mujer a Levante-EMV.

¿Un viaje a Suiza?

«En junio y julio empezó a buscar información para ir a Suiza, estaba interesado en la eutanasia y allí había visto que podía». Según aseguraba Beatriu, descubrió en el buscador del teléfono móvil de su marido que había estado mirando formas para quitarse la vida estando incapacitado y que incluso había colgado anuncios en un portal de internet en el que solicitaba los servicios de un chófer con nociones de traductor de alemán o portugués.

Entre la información que su esposa aseguraba haberle encontrado en los buscadores están ensayos clínicos, «el divorcio después de la muerte o cómo desaparecer». Además, la mujer aportó a la policía los mensajes en los que le habría pedido en distintos días a un familiar que trabaja en una funeraria que le diera presupuesto sobre incineraciones, tanatorios y ataúdes.

No obstante, familiares del desaparecido dudaron desde el principio del relato de la mujer y cuestionaron que los mensajes de texto enviados desde el teléfono móvil de Isaac los hubiese escrito él. De ahí que el pasado 5 de diciembre presentaran una segunda denuncia por desaparición en una comisaría de la provincia de Valencia.

Horas antes, su esposa había interpuesto la primera denuncia, pero no por desaparición, sino por abandono del domicilio familiar. Según argumentó Beatriu F. C. a este periódico en diciembre pasado, no acudió a denunciar la desaparición antes porque pensaba que se había ido con su familia y que la había dejado. «En el mensaje de texto que recibí por la noche dejaba claro que no quería volver», aclara.

La víctima tenía dos hijos menores, de diez y catorce años, de una relación anterior. Según contó a este diario la ahora arrestada, con la que se casó hace dos años y medio, el pasado 18 de noviembre acudieron los cuatro a un cajero y sacó dinero para darles los Reyes Magos a sus hijos. «Ya sabía que no iba a estar con nosotros», apuntaba entonces.

Pese a que Beatriu reconocía entonces que su marido, al que había conocido siete años atrás, cuando ya estaba diagnosticado, no podía haberse ido solo «porque necesita la ayuda de una tercera persona para vestirlo, acostarlo y ayudarle a comer en cuchara para no ponerse perdido», sostenía que no está tan mal físicamente como creen sus familiares e insistía en que «tiene la cabeza muy lúcida. Se maneja bien con el móvil, aunque sus mensajes hay que descifrarlos».

El último de ellos, aseguró a finales de diciembre Beatriu a este diario, le llegó el 19 de diciembre: «Estos bin Que ;abe[s hec;[ Sacarme de (a busqueda Resprtarme por favor.». «Por lo menos sabemos que está vivo», aseguró entonces su esposa que pidió públicamente que en todo caso acudiese a la policía para decir que está bien y así dejen de buscarlo y de sospechar de ella.

Para entonces, Isaac ya llevaba tres semanas enterrado en Godelleta. Ahora, la Policía ha probado que no fue él quien envió todos los mensajes aportados por la presunta autora de su muerte.