La Audiencia de Alicante ha condenado a cuatro años de prisión a un hombre de 73 acusado de abusar de la hija menor de edad de unos amigos en la localidad de Ibi, según la sentencia a la que ha tenido acceso este diario. La Sección Tercera de la Audiencia le considera responsable de un delito continuado de abusos sexuales a menores de edad. El fallo le impone una orden de alejamiento que le impide volver a acercarse o comunicar con la víctima durante ocho años y le obliga a indemnizarla con 19.406 euros por los daños morales.

Los hechos ocurrieron durante los primeros meses de 2017 en el domicilio de la familia de la víctima, al que el acusado solía acudir para llevar a su nieto a clases particulares. La relación entre las dos familias era de plena confianza, hasta el punto de que el acusado se quedaba esperando en el salón de la casa viendo la televisión hasta que su nieto terminaba las clases. Fue en esos momentos en que se quedaba a solas con la víctima cuando empezaron a producirse los abusos sufrido por la joven, que contaba entonces con 13 años de edad, según declara probada la sentencia. En un primer momento, todo empezó con una invitación para que le dejara hacerle un masaje. Pero estos masajes fueron a más. En una de las ocasiones, el acusado llegó a desabrochar el sujetador a la víctima y a tocarle los pechos. La joven contó lo que había ocurrido a sus padres, pero estos no la creyeron y quitaron importancia a los hechos, ante la confianza que tenían en el acusado. Le dijeron que debió haber sido un roce casual. Pero estos episodios y tocamientos fueron a más, hasta el punto de que la joven intentaba evitar quedarse a solas con él, mientras que éste aprovechaba esos momentos para hacer más tocamientos.

La familia acabó presentando la denuncia a raíz de que se acercara la fecha de un cumpleaños en el domicilio del acusado. Ante la negativa de la joven a ir a la casa y exponer a su familia los motivos, los padres acabaron consultando con una psicóloga para que corroborara lo que la menor les estaba diciendo porque ellos no se lo creían. Al ver que los hechos podían ser ciertos acabaron interponiendo denuncia. Un extremo que, para la sala, da más credibilidad a la denuncia, porque evidencia que, si bien tardó en presentarse, la familia quería estar segura de que todo era cierta antes de emprender alguna medida.

El acusado en el juicio negó los hechos y se declaró inocente de los abusos. Llegó a asegurar que la denuncia se presentó por un ánimo de venganza de la otra familia por intereses económicos, así como a envidia de la víctima de los afectos familiares del procesado, relata el fallo. La defensa llegó a deslizar presuntos problemas mentales por parte de la víctima. Unos extremos que la sala no ha dado por acreditados y da total validez al relato de la menor. El fallo sostiene que no hay ningún indicio de que la menor haya fabulado y se haya inventado todo, mientras que sus acusaciones se han mantenido sin fisuras a lo largo de todo el proceso, mientras que en las declaraciones del resto de los testigos se han encontrado elementos que corroboran su relato. El fallo declara probados los tres episodios de índole sexual que se produjeron mientras que el acusado estuvo a solas con la menor.

Como consecuencia de estos hechos, la víctima desarrolló pánico hacia el acusado, pesadillas frecuentes, crisis de ansiedad, desarrollando miedos a personas con aspecto físico similar al del acusado y temor a mostrar su propio cuerpo, relata el fallo. La joven tuvo que recibir tratamiento psicológico por un trastorno de estrés postraumático durante diez meses, del que le han quedado secuelas en grado moderado.