El universo de la ciencia

La verborrea cuántica irrita a los físicos

Como no podemos experimentar el mundo cuántico, lo proyectamos con la imaginación

Escena de la película Quantumanía.

Escena de la película Quantumanía. / Marvel Studios.

ASP/T21

Psicología cuántica, cáncer curado cuánticamente, cables cuánticos, amor cuántico… Era inevitable que algún día un verdadero físico cuántico se irritara lo suficiente por este mal uso de la palabra “cuántica”, como para publicar una diatriba titulada Quantum Bullshit.

Este es el claro título de un libro publicado en enero por el australiano Chris Ferrie, de la Universidad Tecnológica de Sídney.

“La cultura occidental tiene una relación de amor y odio con la ciencia”, observa en una entrevista con New Scientist, en un intento de explicar el atractivo de esta ciencia, que es oscura incluso para los físicos. “Una ambivalencia hacia el progreso siempre que confirme nuestros sesgos o salve nuestras vidas,” añade.

Agrega que estos vendedores de chatarra han ocupado tanto espacio que ahora solo tiene que buscar en Google su título profesional -físico cuántico- para ver aparecer ofertas de "cristales cuánticos" que prometen una "nueva generación" de tratamientos.

¿Algo inevitable?

Pero tal vez era inevitable. La física cuántica es atractiva para los empresarios oportunistas porque parece sugerir un universo de interconexiones, abriendo así la puerta a la imaginación. 

También permite hacer buenas películas, como Quantumania, la última obra del equipo de Marvel. Pero en realidad, “que la física cuántica sea una herramienta para que los ingenieros puedan hacer predicciones sobre sus experimentos, es realmente aburrida”, matiza el autor.

Explica también que la física clásica ofrece una ventana panorámica que tiende a mirar el universo como una máquina gigante. “Si lo mantiene bien engrasado, todo saldrá como se espera”, dice Ferrie.

Por el contrario, la física cuántica es "más como un caleidoscopio de vidrieras", añade. “Representa el mundo con muchas simetrías, pero también es muy complejo y las cosas no son deterministas. Hay aleatoriedad e incertidumbre”.

Sentido cuántico

En la escala de cosas cotidianas como motocicletas, usar la ventana de física clásica tiene más sentido. Pero en la escala de partículas subatómicas como los muones, la ventana de la física cuántica funciona mucho mejor.

Ahí es donde es posible pensar en las propiedades de las partículas como entrelazadas, potencialmente a largas distancias. O piense en un bit cuántico de información que representa múltiples estados al mismo tiempo, en lugar de, digamos, exclusivamente "arriba" o "abajo", dice el físico de Sídney.

Ferrie explica asimismo cómo los físicos ven el mundo real en el contexto del principio de incertidumbre, el entrelazamiento cuántico, la teletransportación cuántica y otros conceptos de palabras Q. Es un mundo completamente diferente del Quantum Realm de la película Ant-Man, en la que sus protagonistas se sienten atrapados en el reino cuántico.

“Realmente no podemos experimentar ese mundo”, dice Ferrie. “Así que estamos proyectando nuestra propia forma de ver el mundo y comunicarnos sobre el mundo en una especie de escenario ficticio”.

Realidad e imaginación

También descalifica los intentos de Roger Penrose de atribuir procesos cuánticos a la generación de consciencia, considerando que la física cuántica no es necesaria para explicar esos fenómenos naturales. Asimismo critica la hipótesis de muchos mundos, según la cual la realidad se ramifica en múltiples versiones del universo que se enredan como lo hacen las partículas elementales.

Precisa, sin embargo, que hay un conjunto de conexiones cuánticas que, según Ferrie, eventualmente podrían dar buenos resultados: esas conexiones tienen que ver con ordenadores y sensores cuánticos, que ciertamente se valen de efectos cuánticos.

Concluye que el reino cuántico de la vida real es algo que es mejor dejar en manos de los físicos e ingenieros, en lugar de los superhéroes o de los viajeros en el tiempo.