El fin de semana grande de fiestas se ha vivido estos últimos días en Almoradí, cuando uno y otro bando han sacado a sus tropas a la calle para demostrar originalidad y creatividad, primero en el desfile de las embajadas, después en la "embajada del barril", y para acabar anoche en la toma del castillo. El viernes fue el turno de los Moros, que con un boato lleno de colorido y de espectacularidad llevaron la fiesta a la calle, donde llegó la alegría para quedarse hasta bien entrada la madrugada.

El sábado a las 8 horas (sólo sesenta minutos más tarde de que cerraran las kábilas y cuartelillos) comenzó la "despertá". La fiesta siguió sin cesar hasta que cayó la noche, cuando las tropas de los Cristianos se concentraron en la calle de Valencia para comenzar a las 21.30 horas el desfile que les daría las llaves de la ciudad. Entraron conquistando el pueblo ante la mirada de cientos de vecinos y de turistas, que de nuevo se quedaron hasta que clareó la mañana.

El domingo los actos no dejaron de sucederse, con la febril actividad del que sabe que acaban las fiestas. A partir de las 11.30 horas la Plaza de la Constitución abarrotada presenció una de las tradiciones más jóvenes pero también más auténticas de Almoradí, el acto de la "embajada del barril", una representación cómica entre dos delegados de los bandos enfrentados, una especie de teatro en el que se disputaron el control de la bebida.

Ya por la noche, a partir de las 21.3o horas, el bando cristiano celebró su embajada y la toma del castillo. Los que aún se resistían a cerrar las fiestas volvieron a las kábilas y cuartelillos hasta las cuatro de la madrugada de hoy, poniendo el broche de oro a la primera edición de Moros y Cristianos declarados de Interés Turístico Local por la Generalitat.