Los vecinos y vecinas de Almoradí contemplamos entre la incredulidad y la indignación las obras que se están llevando a cabo en la Plaza de la Constitución y en las tres calles adyacentes.

Encima nos sale la señora Trinidad Rodríguez, concejala de Parques y Jardines, anunciando que ha culminado el proceso de adaptación de las moreras que fueron transplantadas de dos de estas calles al polígono de Las Maromas. También se permite la licencia, esta edil, de acusar a los concejales de la oposición (en referencia clara a este portavoz de IU) de engañar deliberadamente a la población, cuando se dio la voz de alarma por la retirada de dichos árboles.

Recordarle a la concejala que gracias a las más de 1.200 firmas de los ciudadanos se consiguió que, por lo menos, fueran transplantados y que se lea el proyecto (tiempo tiene para ello) donde en el capítulo IV, artículo 41 se dice de "...extraer y retirar los árboles, tocones, plantas..." y que "...incluye las operaciones de remoción y su retirada a vertedero...". Como comprobará de transplantar no se dice absolutamente nada. De los naranjos arrancados por las obras de accesibilidad o por otras circunstancias, de los árboles de la calle Miguel Hernández, de las acacias arrancadas frente al tanatorio ¿Cuántos se han transplantado? ¡Ninguno! señora Rodríguez.

Hemos visto cómo en unos meses el alcalde malgasta más de 1.800.000 euros en cambiar los adoquines de esta plaza y de estas calles por un suelo que no tiene calificativo, o sí, que convierte el centro de nuestro pueblo en un lugar feo, sucio y guarro.

También hemos visto cómo desaparecían de dos de las tres calles adyacentes esas 22 moreras que daban un aspecto agradable, fresco y atractivo a esta zona transformándose en un espacio frío, estéticamente hablando, y de aspecto desolador.

Estas tres calles deberían estar ya acabadas pero por intereses económicos entre la empresa adjudicataria y el Ayuntamiento esto se va dilatando en el tiempo. Seguimos esperando disponer de bancos, de esas farolas carísimas, de diseño italiano o francés, según nuestro alcalde, que de eso sí le gusta presumir (no de escuelas infantiles ni de "tonterías" de esas). También esperamos que algún día esos cajones con tierra (papelera-cenicero-meadero) se conviertan en jardineras.

Todo esto nos lleva a la lamentable conclusión de que en Almoradí se gasta el dinero primando la ostentación y la satisfacción del ego del alcalde sobre las necesidades reales de los vecinos y vecinas de este pueblo. Necesidades que, como hemos dicho muchas veces y no dejaremos de repetir, pasan por disponer de unas escuelas infantiles, de un nuevo mercado de abastos (demolido por la desidia del alcalde), de unas depuradoras que depuren, de un alcantarillado en condiciones, etc. etc.

Cambiar está bien pero, para mejorar, ¡NO! para empeorar.