La Sección IX de la Audiencia ha confirmado una sentencia del juzgado de Primera Instancia 5 de Orihuela que condenó el pasado año a Caja Rural Central a indemnizar a un cliente en los 2.982,56 euros que perdió tras ser víctima de una estafa informática a través de la banca electrónica-lo que se conoce como "fishing"-. La resolución pone fin a un pleito que comenzó el 1 de julio de 2008 cuando el demandante comprobó que le habían volado de su cuenta 10.255 euros -más 2,65 euros en concepto de gastos de comisión-, a través de una transferencia por internet que nunca ordenó a una sucursal en Sevilla de Caja Mar. El titular de la citada cuenta era una ciudadana extranjera, de nombre impronunciable, y a la que, por supuesto, no conocía de nada.

De este dinero, el cliente consiguió recuperar gracias a las gestiones de ambas entidades 7.245 euros, pero el resto ha tenido que reclamarlo por vía judicial ya que Caja Rural entendía que la responsabilidad era suya, no de ellos.

Tesis

Esta tesis no la ha compartido ni la Audiencia ni el juzgado de Primera Instancia. La magistrada Eva María Polo despacha en tres folios el recurso y en sólo uno los fundamentos de derechos, que se resumen en recordar a Caja Rural Central que, "en la estipulación séptima del contrato de Banca a Distancia (que se denominaba Ruralvía) establecía la obligación de proporcionar las medidas de seguridad adecuadas para la protección del sistema y del servicio, obligación de la que existen suficientes indicios de haberse incumplido por la Caja Rural toda vez que hubo varios clientes que sufrieron el mal funcionamiento del servicio, aparte del actor (el cliente), ya que desde sus cuentas se efectuaron transferencias no ordenadas por los titulares de las mismas".

Para saber qué había pasado, el cliente permitió que los técnicos vieran su ordenador, comprobando que tenía "troyanos" y otros virus. Todo hace indicar, a tenor del procedimiento delictivo empleado, que los estafadores colocó en la red, además del virus en el ordenador del usuario, una página falsa tan bien hecha que no sólo cayó este cliente por esas fechas sino dos más, tal y como admitió un responsable de la entidad en el juicio.

El cliente alegó en su descargo que el sistema de seguridad cada vez que entraba a internet le pedía la clave (usuario y contraseña) sólo una vez y que, en cualquier caso, "él comprobó que se trataba de una página segura y tenía la conciencia de que se trataba de una página de Ruralvía".