Nadie sabe si está ya dando un curso intensivo de inglés, alemán o sueco, pero Mónica Lorente ha tenido que bajar a la tierra -o mejor dicho a la costa- para ganarse a pulso la confianza de los simpatizantes de Claro, el partido que la tiene que ayudar a volver a la Alcaldía y con el que ha abierto una ronda de negociaciones para fructificar en lo que sería un pacto de gobierno a través, primeramente, de un decálogo de intenciones o programa electoral que tendrían que suscribir ambas formaciones.

Ayer, como cada viernes, el Partido de la Costa tenía reunión a las once de la mañana con la colonia española y, a continuación, con la extranjera, mucho más numerosa, donde se abordan cuestiones de todo tipo.

Asesor

Antonio Cerdán, la persona que está haciendo de enlace entre el PP y Claro -de hecho, fue asesor de Houliston hasta que éste se marchó del equipo de gobierno y dimitió el mismo día que él-, le habilitó su presencia al término de la misma para que, en un tono distendido, presentarla y que se sometiera a cualquier pregunta sobre el litoral que los vecinos tuvieran a bien realizarle.

"Le han preguntado de todo", comentaba ayer por la tarde Antonio Cerdán al término de una multitudinaria comida en la que participaron la líder del Partido Popular y algunos compañeros más del grupo municipal. "La gente quiere saber qué piensa hacer para la integración entre los extranjeros, que son el 75% de la población, y los españoles, o cómo piensa traer servicios sociales a la costa, porque el Orihuela hay hasta 17 clases distintas y aquí no", aseguraba una de las personas que están siendo clave en esta situación. La semana próxima es más que probable que, de nuevo, el PP y Claro vuelvan a sentarse a negociar, principalmente, porque habrá un pleno y los populares tienen previsto presentar una batería de mociones para que el alcalde Guillén y los concejales del tripartito se les ponga un nudo en la garganta... siempre y cuando Houliston las apoye.