El pailebote Pascual Flores, cuya construcción costó a los bolsillos de los vecinos de Torrevieja -al menos- 3,4 millones euros no es un barco, es un museo. Eso es lo que asegura ahora el alcalde de Torrevieja, Eduardo Dolón (PP), si se le pregunta por el futuro del espectacular velero. El alcalde dice que el barco hace su función como museo en la zona de "museos flotantes" municipales del recinto portuario en la que está atracado desde hace años, aunque admite que ese no era el objetivo cuando encargó rehabilitar la embarcación, en 1999. Se concluyó en 2008 y no ha navegado más allá de una inspección en Dénia. Muy pocos lo han visto con las velas desplegadas.

Dolón sugiere que el acuerdo de 2004 entre el Ayuntamiento y la Generalitat para que el barco se utilizara como una buque escuela de alta vela, que ese era el uso original que se le iba a dar, no tiene visos de fraguarse ni a largo ni a medio plazo aunque no termina de confirmar si se ha descartado. Se trata de un acuerdo rubricado entre el exalcalde Pedro Hernández Mateo y el expresidente de la Generalitat Francisco Camps en los momentos de mayor "alegría" financiera y querencia por los grandes proyectos emblemáticos de administración autonómica. El alcalde asegura que ha recibido propuestas de entidades para darle un uso al pailebote, copia del que se construyó en los astilleros torrevejenses a principios del siglo XX. Ninguna le ha convencido y tiene otras sobre la mesa.

El objetivo municipal es que si se llega a algún tipo de acuerdo deberá ser rentable económicamente para las arcas municipales y también desde el punto de vista público. "No vamos a alquilar el barco para que cualquiera se lo lleve de fin de semana", aclara. La concejalía de Cultura le ha puesto precio a la entrada a la visita del pailebote, la lancha Albatros y el submarino Delfín.