Pasear de un extremo a otro por la orilla de la playa del Cura es francamente complicado durante los meses de julio y agosto. Los avezados bañistas, deseosos de disfrutar de la brisa marina y de sentir el frescor del agua rozando sus pies, plantan sus sombrillas en primera línea y se hace imposible pasear con tranquilidad. Algunos incluso instalan sus sillas y tumbonas dentro del agua para desgracia de quienes tratan de caminar chapoteando, obligándolos a hacer eslalon entre un mar de piernas, patas y cuerpos tostados.

"La culpa es del Ayuntamiento, que debería instalar pasarelas hasta el agua para abrir paso a los bañistas" comenta un turista, instalado en la parte trasera de la playa ante la imposibilidad de encontrar ni un resquicio junto al mar. Y es que el nivel de saturación de la playa del Cura supera los límites de lo razonable, aún más tratándose de un espacio de sólo 375 metros de longitud y 27 metros de anchura por el que cada día pasan cerca de un millar de personas. "Yo vengo siempre porque es la que más cerca tengo de casa", explica otra bañista que, como muchas otras, recurre a la playa del Cura por su ubicación estratégica en el centro de la ciudad, próxima a la colonia de San Esteban y a la zona urbana. Gran parte del interés que suscita esta playa reside en los restaurantes y puestos que se extienden a lo largo del paseo y que hacen las delicias de los turistas, fundamentalmente personas mayores que vienen todos los años y que ya ven como un hábito pasar la mañana en la playa.

Peleas por un sitio

Además de la saturación, esta playa es también conocida por ser de las más madrugadoras de la ciudad, puesto que a las 7 de la mañana, una hora antes de lo que marca la normativa, es posible ver una hilera de sombrillas solitarias esperando pacientemente a que sus dueños vengan a ocuparlas horas más tarde, lo que dificulta las labores de limpieza y mantenimiento de la arena.

Con bastante frecuencia se producen enfrentamientos debido a la costumbre de usar la sombrilla como reserva de una parcela, cosa que está expresamente prohibida con carteles y señalizaciones, o del tipo "este sitio lo he visto yo primero". Sin embargo, el Cura sigue siendo la preferencia de miles de bañistas que no renuncian a su porción de este rincón privilegiado y que cada día copan la arena para disfrutar como pueden de sus aguas.