Tal día como hoy, el nueve de agosto de 2002, la banda terrorista ETA hizo explotar una bomba en una céntrica hamburguesería de la ciudad. Afortunadamente, el atentado no causó víctimas pero sí importantes destrozos en el local. La bomba, cargada con cuatro kilos de explosivo, estalló pasadas las 14 horas en el falso techo de los servicios, aunque las viviendas del edificio en el que está ubicado el restaurante no se vieron afectadas y los vecinos pudieron regresar a sus casas esa misma noches. La situación pudo controlarse debido a que un comunicante anónimo, que dijo hablar en nombre de ETA, anunció al diario Gara la colocación del explosivo, por lo que la Policía tuvo tiempo de evacuar el local y acordonar la zona.

Una década después, la empleada más veterana, Carmen Fuster, explica que todavía se asusta cuando oye un ruido fuerte o un golpe inesperado. Carmen estaba trabajando como cada día en el local cuando de pronto una patrulla de la Policía Local irrumpió con urgencia preguntando por el baño. Cuando examinaron la habitación, encontraron lo que esperaban: un artefacto explosivo escondido en un hueco del falso techo. Carmen recuerda aquel momento con mucho miedo y nerviosismo, cuando los agentes desalojaron de inmediato el restaurante a la espera de que llegaran los artificieros para tratar de desactivar la bomba. Finalmente, ante la imposibilidad de que los especialistas se personaran antes de que el aparato estallara, los agentes se vieron obligados a dejar que hiciera explosión. "Aún no dejamos a nadie pasar al baño con mochila", explica Carmen, que asegura que ahora son más precavidos para que no vuelva a ocurrir nada parecido. A día de hoy, en la entrada se puede ver una placa conmemorativa del atentado en la que los propietarios expresan su "alegría por no tener que lamentar ninguna víctima" y su agradecimiento a quienes les prestaron su apoyo para seguir adelante en los momentos más difíciles.

A pesar de que el miedo todavía está presente, el restaurante funciona con normalidad y ha pasado página. Su ubicación en una de las zonas más transitadas por los turistas durante las vacaciones les ha ayudado a mantener la normalidad y son pocas las personas que dejaron de acudir por temor. Sin embargo, la gente todavía comenta y algunos incluso se hacen fotos frente al local como recuerdo del desagradable episodio vivido hace diez años.

Atentado en Santa Pola

Cinco días antes, el domingo 5 de agosto, se produjo otro atentado, esta vez con coche bomba, junto a la casa-cuartel de la Guardia Civil de Santa Pola en el que perdieron la vida dos personas, una niña de 6 años y el torrevejense Cecilio Gallego, de 57. El Ministerio del Interior atribuyó el ataque al mismo comando que colocó la bomba en la hamburguesería. Los responsables, ya detenidos y juzgados, huyeron en una moto alquilada que días más tarde apareció abandonada en la sierra de Elche, junto a un camino rural que comunica la ciudad con Santa Pola.

Las autoridades se personaron en el local

El entonces delegado del gobierno en la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, también se desplazó a Torrevieja acompañado del ministro de trabajo, Eduardo Zaplana, para comprobar la gravedad de los hechos. Sobre el terreno destacó la "rápida y eficaz" actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que evitó que se produjeran daños personales. El alcalde de Torrevieja, Pedro Hernández Mateo, trató de mantener la calma y evitar que se extendiera el pánico, por lo que manifestó su convencimiento de que la organización terrorista había escogido la ciudad para atentar de forma aleatoria. k.c.