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Torrevieja

Torreta II: ciudadanos de segunda

Las plazas y calles interiores de la urbanización con más de 1.300 casas son de tierra

Tiene un vecindario con más de 1.300 viviendas, pero es uno de los espacios urbanos más degradados de la ciudad. Un lugar extemporáneo donde las calles sin asfaltar, calles sin asfaltar sin apenas iluminación ni placas del callejero municipal son solo una parte de las deficiencias con las que han de batallar sus vecinos a diario.deficiencias Nació sobre el plano del término municipal como el sector Torreta II varios años antes de la redacción del Plan General (1986), y en siete años, los que van de 1978 a 1985, ya se había consolidado como una de las primeras urbanizaciones de viviendas adosadas de la ciudad. Situada entre la CV 905 y la orilla oriental de la laguna de Torrevieja, las nuevas calles de esta Torreta II fueron nombradas en serie con nombres de flores, y sus bungalows ocupados por residentes extranjeros (británicos, alemanes, noruegos) y sobre todo población meseteña del centro peninsular. Pero más de treinta años después esta Torreta que aparece como «otro mundo» a escasos metros de equipaciones de vanguardia como el CDT, la ITV, el Vivero de Empresas, el parque de bomberos, la jefatura de la Policía Local o grandes establecimientos comerciales, sigue arrastrando carencias endémicas que los vecinos ven como agravio comparativo respecto a otras zonas de Torrevieja.

El mismo nombre de Torreta se ha convertido en sinónimo de anarquía urbana. Quien se acerque buscando una dirección lo lleva claro. Muy pocas placas del callejero son visibles. Entre la calle Amapolas y la de Azucenas es posible encontrar con un poco de esfuerzo la de los Nardos. También la de las Dalias, donde se ubica la sede-bar de la asociación de vecinos Torrevigía. Allí su presidente José Luis Lavid explica que nadie se hace responsable.

«Esta urbanización está abandonada por todo Dios», explica y añade: «El Grupo Masa -que sigue urbanizando en otras zonas de la provincia y España- la construyó pero dice que el mantenimiento de los espacios interiores en cosa del Ayuntamiento y el Ayuntamiento le echa la culpa a Masa, pero tampoco permite que se valle el recinto porque dice que legalmente no se puede hacer», como sí ha ocurrido en otras urbanizaciones. «Hay mucha gente que tiene voluntad de arreglar la urbanización -hoy está prevista una reunión- pero también, por culpa del abandono al que nos han sometido, ha encontrado cabida todo el que no podía estar en otro sitio y es gente que deja mucho que desear», lamenta este representante vecinal. «Se van consiguiendo cosas pequeñas como los focos interiores, que ha puesto el Ayuntamiento. Hay plazas que da miedo pasar por allí por la noche y tenemos residentes muy mayores». Esos servicios los dota el municipio pese a que niega que sean de su competencia.

Es este un mundo de casas abigarradas y calles sin asfaltar que los vecinos intentan mantener con la mayor decencia posible. La mano vecinal se ve en algunas plazas circundadas de manera artesanal con piedras y piezas rotas de las balaustradas que se empleaban para adornar terrazas y cerramientos. La vegetación sin embargo se conserva con mayor o menor fortuna,pero que falten varias palmeras en la Plaza de las Dalias por el picudo y la dejadez es lo de menos. En este paisaje residencial se mezcla el empeño de algunos por la pulcritud artesanal de quien carece de medios y la desidia de otros que viven en los límites de lo marginal y en ocasiones de lo legal, tal y como corrobora el presidente de la asociación vecinal, que cita numerosas ocupaciones ilegales de viviendas que dejaron de habitarse hace mucho tiempo.

Aprovechamiento

A la diversidad de su población hay que sumar el aprovechamiento intensivo que muchos vecinos realizaron con el terreno disponible alrededor de sus viviendas ampliando-en muchos casos sin control municipal- su propiedad con más zona de patio o aparcamientos para sus vehículos.

Carmen, jubilada, que llegó de Illescas (Toledo) hace 15 años explica que un taxi o una ambulancia es tan complicado que suelen quedar en puntos de referencia como la parada de la ITV. Cuando llueve el terreno se convierte en un barrizal. Cuando hace viento el polvo inunda las viviendas. «Hemos ido un montón de veces al Ayuntamiento, pero solo saben decirnos que esto es privado y que no se pueden hacer cargo hasta que pasen no sé cuantos años». Son los propios residentes los que contratan camiones de grava para parchear los baches. Varios contenedores y una marquesina medio rota delimitan la «plaza» donde tiene una de sus paradas la línea del autobús urbano que accede a la Torreta. Sin asfaltar, la irregular superficie de tierra y piedras y algunos socavones disuaden al conductor de abandonar la carretera para recibir a los viajeros a pie de parada oficial, y se detiene al borde de la misma. Son las cinco de la tarde y al sol de agosto el lugar parece todavía más desolador. El conductor baja y ayuda a empujar la silla de ruedas de una vecina que va a tomar el autobús. Sin su ayuda y con ese firme, subir hubiera sido misión imposible. Tampoco hay sombras.. «Los transformadores de electricidad están abiertos sin candado. Han robado los fusibles varias veces y nos quedamos sin luz», explica Ángel Delval, madrileño, que desde hace 21 años veranea aquí: «Estamos dejados de la mano de Dios».

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