El Hospital Universitario de Torrevieja vive durante estos días uno de sus periodos de mayor presión asistencial desde que fuera inaugurado hace ocho años. El pasado día 12 de febrero la gerencia tuvo que ordenar la apertura de 27 habitaciones que habitualmente permanecen sin uso en el ala este de la segunda planta para hacer frente a un goteo constante de ingresos. Una punta de ocupación derivada de la llegada de pacientes del vecino Hospital de la Vega Baja (Orihuela), colapsado en las últimas semanas, y que coincide con la máxima incidencia de la epidemia de gripe invernal y afecciones respiratorias de los pacientes de la población a la que asiste: Torrevieja y ocho municipios más del frente litoral de la comarca.
Fuentes del Hospital restaron importancia a estos datos, asegurando que el centro se encuentra al 95% de su ocupación total y sus 1.100 trabajadores -incluidos los centros de salud del área- todavía pueden asumir más faena. En el caso del centro sanitario torrevejense, público de gestión privada, todas las habitaciones de hospitalización, más de 260, con las pediátricas, son individuales con camas supletorias para la estancia de familiares. Algo que incide tanto en el trabajo que debe afrontar el personal sanitario como en el estado psicológico del paciente. Es decir, el centro podría doblar su capacidad en un caso excepcional restringiendo esas condiciones.
La presión asistencial «contagia» de abajo a arriba a la cadena de asistencia hospitalaria. Desde la admisión, pasando por el triaje de la sala de clasificación, al box de Urgencias y las salas de Observación. La principal sala de Urgencias ha registrado mayores esperas de las habituales, en especial durante los fines de semana de enero y febrero. En una secuencia muy poco habitual en este centro en el que se cuida especialmente la imagen que se ofrece a pacientes y familiares, el pasillo anexo a los box de Urgencias ha registrado camas en los pasillos en las últimas semanas, aunque en situaciones puntuales. Camas que se podían observar sin problemas desde la sala de espera de Urgencias.
El «embudo» de la carencia de camas de hospitalización en planta se ha estado trasladando al servicio de Observación que funciona como una especie de «colchón» para evitar precisamente que los pacientes terminen en los pasillos de hospitalización, como ocurre en otros centros. En este servicio con capacidad para 40 pacientes se evalúa si los usuarios deben ser dados de alta, ser ingresados, o permanecer allí monitorizados por casos específicos. Estos días algunos pacientes que ya contaban con el diagnóstico de ingreso en planta desde Urgencias esperaron en Observación más de un día para contar con habitación. En este área, como ocurre en casi todos los hospitales, no se permite el acompañamiento de familiares por falta de espacio y las especiales condiciones en las que se ofrece la atención, al margen de si esos pacientes, la mayoría en edad avanzada, son o no personas dependientes.
