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Orihuela

Sin noticias del PP

Los seis ediles expulsados siguen asumiendo la gestión del grupo popular

Dámaso Aparicio, el presidente en funciones del PP de Orihuela que fue impuesto por Isabel Bonig hace un mes, comía ayer plácidamente una manzana a las puertas del Ayuntamiento junto a Roberto López mientras en el despacho del grupo Pepa Ferrando, David Costa o Víctor Bernabeu aguardaban el comienzo de una sesión plenaria extraordinaria que como único objeto tenía el designar al Caballero Cubierto 2015. Era la primera vez que se veían las caras desde que el Comité de Derechos y Garantías del PPCV notifica a la Prensa -que no a los afectados- la pérdida de la condición de afiliado, lo que también afecta a otros tres ediles: José Antonio Aniorte, Encarna Ortuño y Araceli Vilella.

Pero los «condenados» siguen sin recibir la resolución y todos se acogían ayer a no conocer su contenido para negarse a explicar si recurrirán ante el Comité Nacional, con lo que preguntar a Ferrando si sigue adelante con otro proyecto para «continuar en política», como dijo, era aún una cuestión mucho más profunda de resolver. Lo cierto y verdad es que no sólo están a expensas de la notificación los afectados sino el propio alcalde en funciones, el socialista Antonio Zapata, quien tiene que saber cómo los tiene que tratar a partir de ahora -como grupo o como no adscritos-, algo que probablemente no se resolverá hasta el pleno de marzo; es decir, cuando queden tres para concluir esta tortuosa legislatura.

Y quizá ver comer esa manzana a Aparicio definía mucho cómo de tranquilo parece que está a la espera de que sea la dirección del partido, que no él, la que tome las decisiones. Mientras tanto, fue una vez más David Costa quien asumió durante la sesión la portavocía del grupo pese a que hace cinco días fue expulsado del PP tras veinte años como militante. Su intervención se justifica por la ausencia, un mes más, de Mónica Lorente a quien, según parece, sólo se la volverá a ver en un pleno formando parte del público como poco en años.

La sesión duró poco más de diez minutos y se fueron como entraron: en grupitos y sin cruzarse palabra. Aparicio, una vez más, se sentó detrás de Ferrando, quien hace tres semanas le acusó de haberle «apuñalado» (políticamente hablando). Y ésta volvió un par de horas al despacho donde ha trabajado tres años y medio; mientras, Aparicio se marchaba en su coche a la espera de noticias.

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