Bulas papales, archivos matrimoniales con más de cinco siglos de historia, registro de recaudación en concepto de diezmos, fincas y amortizaciones o las rentas del Obispado de los últimos 500 años son solo un pequeño ejemplo de la documentación que, de manera excepcional, estuvo ayer al alcance del público para que pudiera contemplar auténticas joyas documentales que guarda el archivo de la Diócesis Orihuela-Alicante, que se encuentra en el Palacio Episcopal, sede del Museo de Arte Sacro.
Una documentación que está restringida a historiadores e investigadores y que salió ayer a la luz en el Día internacional del Archivo. El espacio contó con visitas de escolares que contemplaron títulos universitarios, sobres metálicos en los que se enviaban documentos por correo antes de que existieran los de papel o sellos antiguos que corroboraban la identidad del remitente, ya fuera a título personal o institucional.
El Museo Sacro guarda documentación desde 1538 hasta principios del siglo XX. El archivo fue reorganizado en torno a 2000 para una correcta clasificación y, a día de hoy aún recibe documentos de particulares o «incautaciones que la Policía Nacional realiza en anticuarios, donde es frecuente deslomar libros antiguos para vender páginas a precios elevados» apunta un encargado, Javier Cecilia.
Fernando de Loaces
Por su parte, desde la Biblioteca Fernando de Loaces, rescataron parte de la documentación que conservan del eclesiástico del que toma su nombre, fundador del colegio Santo Domingo, que fuera universidad histórica.
Gran parte del archivo que se conserva gira alrededor de este ilustre oriolano. La biblioteca seleccionó parte de sus obras para su exposición al público, si bien en este caso el archivo es completamente abierto a cualquier persona y puede consultarse todo el año. Tres obras escritas por el propio Loaces, como el veredicto como jurista del matrimonio de Enrique VIII con Catalina de Aragón en 1531 o una publicación de 1531 donde analiza la conversión de los moriscos tras la Reconquista fueron las protagonistas. En el caso de la biblioteca, su archivo se remonta a 1438, fecha del primero de los protocolos notariales que se conservan y llega hasta 1918.
