La Ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, rechazó hace unos días abrir el grifo del Trasvase Tajo-Segura para el suministro agrícola de la cuenca del Segura. Sí se comprometió con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, a poner en marcha los 26 pozos de sequía con los que cuenta la Vega Baja para aliviar la escasez que sufre la huerta tradicional, que vive del agua del río. Eso sin embargo, ni va a suceder de forma inmediata ni es fácil.

Por una parte todavía se está iniciando el procedimiento administrativo que permitirá su apertura, aunque la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) no se atreve a dar un plazo de validación de ese trámite. Por otra, según matiza la CHS, propietaria y responsable de su mantenimiento y explotación, cuando ya estén autorizados «abrirán a lo largo de 2018», con la única fecha de referencia final de septiembre del próximo año, que es cuando termina el año hidrológico.

La puesta a punto, cuando se dé el visto bueno, requerirá de inversión, y además todas las aguas no serán válidas para riego porque alguno de los aforos presentan mucha conductividad -salinidad-, incompatible con la mayoría de cultivos si no se mezclan con otros recursos de calidad. Los regantes proponen ese caudal extra llegue desde el aliviadero del pantano de La Pedrera al río, porque, recuerdan, el agua embalsada allí no solo procede del Trasvase y desalinización. También del agua que se recoge en la Vega Alta cuando llueve y debería pasar por el río, pero se desvía con el postrasvase en Ojós (Murcia) hasta el pantano.

Muchos de estos sondeos se construyeron durante la sequía de 2005 a 2009 tras una importante inversión de la CHS. La desventaja de la salinidad se ve contrarrestada con el agua procedente de un acuífero que no está conectado con los recursos que alimentan directamente el río. Es decir, al contrario de lo que ocurre en algunas zonas de la Vega Alta, sacar agua de aquí no le «quita agua» al río. Además son aportes caudalosos y algunos aforos alcanzan los 300 y 400 litros por segundo.

Estos pozos se cerraron bajo un protocolo que permitirá su reapertura a corto plazo en óptimas condiciones, ya que los pozos realizados en los años 90 en la penúltima sequía, estaban inservibles. La «batería de sondeos» de la Vega Baja, denominación técnica que usa la CHS, está distribuida entre los 20 con los que cuenta el término de Orihuela, los dos de Callosa de Segura, uno en Benejúzar, dos en Almoradí y uno en Rojales. La explotación, explica la CHS se centraría inicialmente en los que presenten una mejor calidad del agua, «dados los altos índices de salinidad que en el agua extraída registrados «en anteriores ciclos de explotación», según ha aclarado la CHS a preguntas de INFORMACIÓN.

Maquinaria

Para el «acondicionamiento, puesta en marcha y explotación de los sondeos durante el año 2018» es necesaria la reparación en taller de los equipos de bombeo deteriorados o su sustitución por nuevos equipos en el caso de que la reparación no sea viable; el transporte desde taller o el acopio hasta sondeo e instalación de los equipos de bombeo y la columna de impulsión; el cableado de alimentación eléctrica y su conexión al cuadro de mando. Se deben instalar grupos electrógenos para suministro durante la fase de puesta a punto hasta completar los trámites para la conexión con la red de distribución eléctrica.

A la vez se subsanarán deficiencias «como la reposición de aquellos centros de transformación que han sufrido robos durante los periodos de inactividad de la infraestructura entre episodios de sequía. Y todo ello a costa de las arcas de la CHS pese a sumar años de recortes en operaciones tan ordinarias como la limpieza del río. Además la explotación de los sondeos requiere de un riguroso seguimiento de vigilancia ambiental sobre los caudales extraídos y la calidad del agua.

Los regantes tradicionales, de momento, deberán conformarse con las aportaciones al río de pozos de la Vega Media (Murcia) cuya apertura está más avanzada. Y esperar a que llueva desde hoy.