El puerto de Guardamar del Segura recuperará su plena funcionalidad en apenas un par de semanas. Ese es el plazo previsto para que concluyan las obras de dragado que durante los últimos meses se han estado ejecutando en la marina deportiva y en el tramo final de la desembocadura del río. La acumulación de sedimentos había reducido el calado a poco más de un metro e imposibilitaba la navegación. Es un problema que se venía arrastrando desde hace tres años y medio y que se agravó con la DANA registrada el pasado septiembre.

La zona portuaria de Guardamar, utilizada por embarcaciones de recreo y por pesqueros, tiene la particularidad de que está conectado con el mar a través de los últimos metros del cauce nuevo del Segura. Es un tramo que recibe aportes arenosos tanto del oleaje como de las mareas marítimas y del propio río. La última vez que se dragó fue en 2010. La acumulación periódica de sedimentos desde entonces motivó que en 2017 comenzaran los problemas para navegar sobre el canal, quedando una veintena de barcos atrapados.

20.000 metros cúbicos

No ha sido hasta 2020 cuando el Ayuntamiento ha conseguido ejecutar los trabajos que han permitido retirar cerca de 20.000 metros cúbicos de lodo, lo que ha permitido poco a poco reabrir el espacio a la navegación. Según explica el alcalde, José Luis Sáez, en estos momentos sólo tienen problemas para surcar el tramo que conecta con el mar siete u ocho barcos, los de mayor eslora, que se espera que puedan volver a cruzar la zona en apenas 15 días.

«La mayoría de barcos están entrando desde hace un mes y medio ya que se ha generado un canal de emergencia de unos 2,40 metros de profundidad que permite el acceso. Ahora se está trabajando en las zonas donde falta calado para que puedan entrar y salir todas las embarcaciones», explica el regidor.

300.000 euros

El coste de la operación ha supuesto un desembolso de 300.000 euros para el Ayuntamiento guardamarenco, que llevaba casi tres años gestionando los permisos para poder ejecutar la intervención. Se trata de un trámite que requería el visto bueno de cinco administraciones, que son la Conselleria del ramo, la Confederación Hidrográfica del Segura, Costas, Capitanía Marítima y Puertos de la Generalitat; un farragoso trámite que ha obligado a modificar el proyecto original hasta en tres ocasiones. Finalmente, la intervención se pudo impulsar con carácter de urgencia, es decir, a través de una adjudicación directa que acortó los plazos. Fue debido a que la situación empeoró tras el temporal de gota fría que asoló la Vega Baja en septiembre de 2019. El calado se redujo entonces a tan solo un metro de profundidad, cuando lo habitual es que sea de entre 3 y 3,5 metros. Ello obligó a paralizar las actividades pesqueras y deportivas porque que las embarcaciones quedaban encalladas. Durante meses, los catamaranes que trabajan en las granjas de acuicultura han tenido que operar desde otros puertos de la costa alicantina por la imposibilidad de atracar en Guardamar.

Composición

Los trabajos de dragado se han realizado empleando un pontón flotante y una retroexcavadora que han ido extrayendo los sedimentos y depositándolos en camiones para ser vertidos en una parcela municipal que se encuentra junto al puerto. Según indica Sáez, los lodos se están acumulando en dos zonas diferenciadas. Por un lado, los que se extraen del propio canal del río y, por otro, los que se dragan de la zona más cercana al puerto, que podrían estar más contaminados. El siguiente paso será analizar la composición de esa arena para comprobar si puede reutilizarse para la regeneración de las playas municipales. Eso es algo que se haría una vez que los materiales se sequen al sol. Si no son válidos para esparcirlos en las zonas de baño, se deberán llevar a un vertedero autorizado. Si sirven, indica el primer edil, se emplearán en principio en las playas Los Viveros, Centro y Babilonia el próximo otoño y en función de las necesidades.