Destrucción causada por la DANA en la rambla de Abanilla en El Escorratel de Orihuela. | TONY SEVILLA

Recuperar el sistema tradicional de riegos donde se han abandonado para paliar los desastres de las inundaciones en la Vega Baja. Esa es la propuesta científica que un grupo de investigadores del Departamento de Análisis Geográfico de la Universidad de Alicante (UA) pone sobre la mesa como medida preventiva ante la posible repetición de episodios de inundación tan catastróficos como el de la DANA de septiembre de 2019. La investigación, encabezada por el catedrático Juan A. Marco, asegura que el mantenimiento de azudes y boqueras, ahora abandonadas, en la rambla río Chícamo - Abanilla podría haber reducido hasta en un 42% el impresionante caudal de 20 hectómetros cúbicos que asumió en apenas dos días de septiembre de 2019 - sin contar el que pudo desviarse antes de Benferri al embalse de Santomera-, arrasando el polígono industrial de Orihuela, el barrio del Escorratel o zonas de Redován.

Centrados en el estudio del tramo final de la rambla río Chícamo o de Abanilla lo que plantean los investigadores es una vuelta a la ancestral sabiduría de las gentes bajosegureñas. Durante siglos mantuvieron cuidado y activo un sistema de «riego de turbias» específico para aprovechar hasta la última gota de agua de los caudales ocasionales que llevaban las ramblas cuando las lluvias eran intensas. Un sistema que se organizaba con presas -azudes- y «boqueras» para desviar las aguas de las crecidas de temporales y gotas frías sobre las tierras de cultivo. Así se reducían las puntas de crecida sobre el cauce principal de estos ríos que tan pronto aparecen como ya no llevan agua. Regulando y ordenando los caudales caprichosos de la rambla disminuía la peligrosidad de la avenida, que se convertía en un importante recurso para mejorar el secano y regar algunas zonas con huerta.

De ahí que su abandono -tras la llegada de los caudales del trasvase Tajo-Segura a principios de los años 80-, esté en el origen de las riadas más recientes. «Teniendo en cuenta que en la inundación de 2019 se ha estimado en 20 hectómetros el caudal evacuado por la rambla (sobre todo al noroeste del casco urbano de Orihuela), el sistema en activo podría haber reducido entre un 28,2 % y un 42,3 % el total» del caudal, subrayan los investigadores.

Ocupación

Utilizando el análisis de fotografías aéreas en un período que abarca desde el famoso «Vuelo de Ruiz de Alda» (1929-1930) hasta 2019, se demuestra evidente la pérdida de superficie perteneciente al cauce de esta rambla. Para los investigadores de la UA su peligrosidad es cada vez mayor «debido tanto al progresivo abandono y desorganización de este sistema de riegos como a la degradación ambiental que afecta al río- rambla». Algo que reforzó «su papel como uno de los actores principales de las inundaciones de la Vega Baja del río Segura, con especial protagonismo en la última inundación de septiembre de 2019», explican en su trabajo sobre la importancia del conocimiento tradicional para mitigar los efectos de las inundaciones, que forma parte de la publicación posterior al Congreso Nacional sobre Inundaciones celebrado el pasado septiembre en Orihuela.

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Una pérdida de patrimonio y de usos del suelo

Las transformaciones que han sufrido los cauces de las ramblas en la Vega Baja, -muchos como el de Abanilla con tramos todavía por deslindar- y en las últimas décadas con los cambios en los usos del suelo, la alteración de los cursos de agua o el abandono de sistemas de laminación «no sólo suponen una irreversible pérdida patrimonial, sino que es una de las principales causas del aumento de la peligrosidad de las avenidas de la rambla», advierten los investigadores de la Universidad de Alicante.

El río Chícamo -rambla de Abanilla mantiene un caudal permanente a su paso por la Vega Baja

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