El estudio, publicado en la revista Human Reproduction, ha sido dirigido por la investigadora valenciana del CSIC Luz Candenas, del Instituto de Investigaciones Químicas (centro mixto del CSIC y la Universidad de Sevilla);, con la participación del Instituto Valenciano de Infertilidad (en su sede sevillana);.

Los científicos han identificado la presencia de las taquicininas y de sus receptores en espermatozoides humanos, además de comprobar su implicación en la regulación de la fertilidad masculina.

Estudios recientes habían demostrado la presencia de un complejo repertorio de ARN mensajeros en el espermatozoide eyaculado, cuya utilidad aún se desconoce.

Esta investigación aún en curso pretende identificar factores que regulan la fertilidad, y en este caso se abordaron temas relativos a la motilidad, una de las funciones esenciales del espermatozoide, y uno de los principales métodos para diagnosticar la infertilidad masculina.

Se ha demostrado la presencia en espermatozoides de los ARN que codifican todas las taquicininas conocidas en humanos, y que cuatro de esas taquicininas (SP, NKA, NKB y HK-1); son capaces de modular la motilidad del esperma humano a concentraciones nanomolares.

La acción de estas cuatro taquicininas aumenta significativamente la proporción de los espermatozoides con motilidad progresiva (se mueven y se desplazan); y reduce en paralelo la de los que presentan una motilidad no progresiva (se mueven, pero no se desplazan);.

El estudio también aporta nuevos datos sobre la maduración de los espermatozoides, un proceso que surge tras la eyaculación, durante el tiempo que residen en el tracto genital femenino y que les permite adquirir la capacidad de fertilización.

Este proceso comienza en la membrana celular y la motilidad juega en él un papel importante, aunque aún se conoce poco sobre la identidad y la secuencia de activación de los canales y receptores implicados, según los científicos.

Los espermatozoides se consideraban hasta hace poco células silentes, cuya única función durante la fecundación se reducía a la aportación del genoma del padre.

Candenas aclara que esta investigación contribuye a "explicar la función de los ARN mensajeros: permitir que el espermatozoide genere la secuencia de modificaciones que implica su maduración, propiciando la adquisición de su capacidad fertilizadora, o bien jugar un papel en el cigoto después de la fecundación".

"Los últimos datos obtenidos en este campo sugieren, de hecho, su implicación en ambos procesos", concluye la investigadora.