En 1964, en un viaje a París, el reconocido artista Alberto Giacometti le propone a su amigo y escritor James Lord hacerle un retrato. Lord, halagado e intrigado, acepta. Así comienza no solo la historia de una amistad conmovedora y poco convencional, sino una visión única y reveladora de la belleza, la frustración, la profundidad y el caos del proceso artístico.