Se construyó con celeridad para la defensa de una ciudad apremiada por la amenaza de invasión de las tropas francesas en la Guerra de la Independencia (1808-1814). Pero el Castillo de San Fernando, el considerado «patito feo» frente al que se lleva todos los honores, el de Santa Bárbara, contaba con un sistema de defensa que las obras de recuperación arquitectónica han sacado a la luz, mostrando su potencial y valor.

La intervención realizada en los últimos meses ha permitido recuperar 28 cañoneras, donde se ubicaban las piezas de artillería, que contaban con unas aberturas en el parapeto de la muralla para disparar con seguridad y acierto. «Los cañones de artillería enfocaban hacia el interior, no hacia el mar, porque era por dónde venía el enemigo», explica el jefe de Memoria de la Concejalía de Cultura, Pablo Rosser.

Las obras han mostrado hasta qué punto estaba conservada la zona en la que habían estado las troneras, con las paredes con mampostería. Las cañoneras se mantienen todas cegadas, con las aperturas en la muralla cerradas, ya que tras la Guerra de la Independencia el castillo se desartilló, recuerda Rosser.

«San Fernando no es un icono, no tiene la Cara del Moro ni el escudo de la ciudad, pero es un castillo que cuenta con elementos de la arquitectura militar del siglo XV, con un sistema de baluartado y un foso muy bueno», señala.

De hecho, la ciudad puede presumir de contar con dos castillos, y el de San Fernando «tiene unas vistas espectaculares y es idóneo para los visitantes».

La recuperación arquitectónica y accesibilidad en el castillo de San Fernando consta de varias fases, la primera de ellas con una inversión de casi 937.000 euros y que ha incluido, además de la recuperación de las cañoneras, la creación de nuevos accesos al baluarte, la iluminación nocturna por los accesos e interiores de la ciudadela, el taponado de grietas y la consolidación de las esquinas de la muralla.

La famosa grieta de la torre se pensaba que apareció por una construcción acelerada del castillo, en apenas dos años (1810-1812), pero estudios recientes han demostrado que se trata de un problema geológico al estar edificado en una zona de movimiento inestable de tierra.

Vista aérea de la fortaleza de San Fernando, en la que se aprecian las cañoneras. En el recuadro, una imagen antigua antes de cegarlas. | INFORMACIÓN

Además, se ha acondicionado uno de los recintos en el interior para ser utilizado como centro de recepción de visitantes.

En esta primera fase queda por ejecutar la pasarela de acceso al baluarte desde la plaza de la rotonda, ya que el puente que había se ha eliminado con las obras y en estos momentos la única entrada es por la puerta de los leones. De hecho, el Ayuntamiento, que recepcionó las obras a finales de octubre, tiene pendiente la apertura del castillo a la espera de la pasarela para personas con discapacidad.

En las siguientes etapas se procederá al acondicionamiento del foso para darle un uso cultural y turístico, la restauración de la zona exterior y el Centro de Interpretación. Uno de los elementos destacados será el de la retirada de las antenas de telecomunicaciones, que dan servicio a medios de comunicación, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad o el aeropuerto.

San Fernando recupera su artillería