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Los protagonistas de la familia de «Nuestro último verano en Escocia».información

Nuestro último verano en Escocia

Comedia, drama e imaginación

Las tensiones familiares son el hilo conductor de esta historia británica aplaudida por la crítica

Es una comedia dramática británica que recibió el apoyo unánime de la crítica de su país, formando parte de la sección oficial del Festival de Valladolid y logrando para su protagonista femenina, Rosamund Pike, el galardón a la mejor actriz inglesa del año por parte del Círculo de Críticos londinenses. Nos introduce en el seno de la familia formada por Doug y Abi, dos padres normales y sus tres hijos, encantadores aunque muy excéntricos. Cuando el estrés de ser padres pone en peligro su estabilidad mental y su matrimonio, deciden realizar un viaje a Escocia con sus hijos. Allí participarán en una gran reunión familiar y se reencontrarán con Gordie, el increíblemente extravagante padre de Doug. Sin embargo, lo que prometían ser unas vacaciones para la reconciliación pronto se convierte en un campo de minas no exento de situaciones hilarantes en el que rencores familiares, malentendidos y egos maltrechos conforman el orden del día. Cuando los niños precipitan un giro inesperado en los acontecimientos, la familia se ve obligada a aparcar sus diferencias y a colaborar, pues de lo contrario corren el riesgo de perder aquello que más aprecian.

La película está escrita y dirigida por Guy Jenkin y Andy Hamilton, que han trabajado juntos en la pequeña pantalla, pero que ahora, por vez primera, colaboran para la grande. Es, en este sentido, la opera prima de Hamilton, pero la segunda de Jenkin, que debutó en solitario como director en 2003 en El lenguaje de los sueños.

Preguntados en su estancia en el certamen de Valladolid por los problemas que les presentó el rodaje, dijeron que el mayor fue si debían cerrar la película con un final feliz al uso: «Esa duda -dijeron- estuvo en el origen, pero queríamos hablar de una familia moderna. El problema no es si la pareja puede volver a estar juntos sino si son capaces de abordar la separación de una manera adulta. Al final, decidimos que los niños serían quienes actuaran como adultos y que los padres fueran un poco más infantiles».

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