Al margen de algunos mitos pendientes de verificar, como el viaje del Fondillón alrededor del mundo con El Cano y la fantástica admiración de unos príncipes nipones por nuestro vino recogida en el libro de José Guardiola Ortíz, «Gastronomía Alicantina», lo cierto y verdad es que el Fondillón está presente en los países mas importantes de Asia y de momento triunfa en China, el país con más población potencialmente consumidora de vino.

Escribo este «Sorbo de Fondillón» desde la cálida y húmeda ciudad sureña de Cantón, después de un periplo frenético por el gigante chino.

Todo empezó con mi llegada a la capital, donde me esperaba Yi Luo, un español de origen chino que es un auténtico modelo de empresario emprendedor e incansable explorador de nuevos negocios. Yi importa nuestros fondillones desde hace un año y los ha situado en los mejores restaurantes y tiendas especializadas, con una puesta en valor envidiable y unos precios de venta que cuadriplican los nuestros.

En Pekín presenté el Fondillón en el exclusivo y ultra elitista Club de Jockey, donde los asistentes se quedaron fascinados. En esa cena de menú mega caro, donde comimos pato y cuatro cangrejos de cuatro ríos diferentes, también hubo una cata de vino de arroz de veinte años de crianza con un sorprendente color ámbar muy parecido al Fondillón, aunque de sabor obviamente diferente. El colofón fue la subasta de una vasija centenaria con veintidós litros de vino de arroz que alcanzó un valor de remate de once mil euros.

Al día siguiente llevé nuestras lujosas botellas al centro gourmet de la ciudad portuaria de Qingdom y después de una breve explicación lo catamos acompañado de viandas locales y una pirámide de marisco fresco, provocando de nuevo gran admiración y grandes ventas.

En Cantón he contado la gran historia del Fondillón en el palacio de la familia Mei rodeado de un mosaico de platillos, el cual más bueno, en un alarde de diversidad típica de la milenaria cocina cantonesa.

Ahora, cual Marco Polo alicantino, abandono China después de este viaje de apostolado del Fondillón donde las emociones han sido muy fuertes.

¡Prometo volver y contarlo!