Los alumnos de Educación Especial del Colegio Público Rajoletes de Sant Joan d'Alacant disfrutan, desde hace unas semanas, de un nuevo taller en el que la música es la protagonista. Estos seis niños reciben una sesión de 40 minutos en la que desarrollan su lado más creativo a través de los intrumentos musicales. Una actividad que se ha puesto en marcha gracias a la colaboración del colegio con la Escuela de Música Manuel Climent y que entra dentro del marco de actividades impulsadas mediante el «Programa de Mejora del Éxito Escolar a través de la Música» ofertado desde la Generalitat, señala la directora del centro, Nines Bravo.

«Es un proyecto muy bonito. A los niños se les cambia la cara cuando entran por la puerta», relata orgulloso el responsable del taller y también director de la Escuela de Música Manuel Climent, Paco Clemente. Los dos primeros martes de cada mes, el profesor junto con la tutora del aula de Educación Especial, Patricia Pérez, dedican dos horas (de 9.00 a 11.00) a enseñar una práctica diferente a estos alumnos.

Durante el taller los estudiantes reciben una atención personalizada debido a la libertad con la que se mueven por el aula. «Hay que estar pendientes de ellos en todo momento», aseguran los responsables. Por ello, Patricia se ocupa de dividir las dos horas en tres partes. De esta forma, los seis niños experimentan durante 40 minutos con instrumentos. «Principalmente practican con los de percusión», señala Paco Clemente. El metalófono y el pandero son los objetos con los que los alumnos se sienten más comodos.

Aunar ocio y aprendizaje

«Ellos encuentran un feedback con la actividad. Dan un golpe y reciben un sonido por lo que entienden que su acción tiene una respuesta y, por tanto, una utilidad», describe la tutora. Pero eso no es todo. «El objetivo es que con un simple golpe reconozcan las notas», explica el profesor a la par que reconoce lo satisfactoria que resulta su labor. «A veces estás toda la sesión para conseguir que toquen una nota, pero entonces todo el esfuerzo queda recompensado». El trabajo de Paco ya empieza a tener efecto sobre los alumnos. De hecho, el estudiante más mayor de toda la clase, que tiene diez años, ya es capaz de reconocer las notas siguiendo las indicaciones de las manos de su profesor.

Por otro lado, el taller resulta muy beneficioso para el aprendizaje a nivel conductual de los niños. «Aprenden a imitar y con ello mejoran su conducta», explica la tutora. Asimismo, el proyecto también ayuda a mejorar la psicomotricidad fina de los alumnos ya que al golpear con la baqueta intentan diferenciar las distintas notas de los instrumentos. Además, durante este momento de la semana los estudiantes de educación especial estimulan al máximo su lado más creativo. «Lo pasan muy bien, disfrutan mucho a lo largo de las sesiones», concluye la tutora del aula.