Los vecinos de la calle Manuel de Falla de San Vicente del Raspeig no están contentos con la obra de reurbanización que se ha hecho en su calle. El estrecho vial va a cambiar el sentido de la circulación y también su estética que, sin embargo, no ha mantenido la imagen que guarda el resto del casco histórico sanvicentero donde se ubica, ni siquiera de la propia calle.

Los vecinos alertan del riesgo que supone para todos los que transitan por Manuel de Falla la instalación, que se ha colocado como obstáculo para los vehículos, de cuatro jardineras de escasa altura. Estas además se han situado en las puertas de acceso a varias viviendas y a una «kábila» de moros y cristianos. Los residentes están convencidos de que estas jardineras van a provocar caídas porque, según advierten también, hay poca iluminación en la calle. Y añaden que en el vial se han colocado adoquines que sobresalen del resto de la calzada de hormigón para señalizar el recorrido que deben realizar los vehículos, con el peligro que ello supone para los viandantes.

Algunos de los residentes denuncian las dificultades para poder acceder a los garajes desde que se han instalado los maceteros metálicos en una calle que cambia de sentido y será de acceso al centro histórico desde la calle Pintor Sorolla.

A todo ello se suma que el objetivo inicial de reducir la velocidad de los vehículos, mediante la instalación de maceteros que les obligaría a realizar constantes quiebros, tampoco se cumple.

El motivo es que se ha eliminado la jardinera que estaba proyectada inicialmente frente a la entrada al aparcamiento del supermercado que hay en la calle, por lo que en más de media calle los coches pueden circular en línea recta. Los vecinos alertan de que ello provocará que los vehículos acaben invadiendo el espacio de acera que está reservado para los peatones.

El portavoz de Ciudadanos (Cs), Pachi Pascual, se solidariza con los residentes que le han transmitido sus quejas y asegura que el proyecto y la ejecución de las obras de reforma «suponen un riesgo para los peatones, dificulta el acceso a los vados y rompe el criterio que se ha seguido hasta ahora en la reurbanización del resto de calles del casco histórico».

Pachi Pascual advierte que «no tiene ninguna lógica que el primer tramo de la calle Manuel de Falla o toda la calle Domínguez Margarit cuente con un mismo tipo de pavimento, con unos bolardos homogéneos para señalizar las aceras y con un mobiliario urbano con las mismas características y, sin embargo, en este tramo de calle se sustituya el pavimento de piedra natural por hormigón y se instalen unas jardineras totalmente diferentes».

La obra salió a licitación por 280.000 euros y se adjudicó por 216.000 euros.